Además de perjudicar al medio ambiente y a las poblaciones locales, la deforestación de la cuenca amazónica tiene un impacto global y, especialmente, en el clima de América del Sur. Utilizando el modelado climático, científicos del IRD y del Instituto Pierre-Simon Laplace de París, junto con sus colegas argentinos, peruanos y colombianos, han demostrado que la pérdida de cobertura forestal en la Amazonia contribuye a retrasar el inicio de la estación de lluvias en el sur de esta región. Esto favorece aún más la degradación de la selva amazónica y, en última instancia, amenaza el clima de todo el subcontinente sudamericano.
Desde la década de 1970, las motosierras y las excavadoras han arrasado cerca de un millón de km2 de selva, una superficie casi dos veces mayor que la de Francia continental. Esta deforestación está teniendo un impacto considerable en el “pulmón verde” del planeta, que es el hogar de muchas comunidades indígenas, además de un refugio para la biodiversidad y un sumidero de carbonoDepósito que absorbe y captura el dióxido de carbono de la atmósfera: bosques, océanos, turberas, etc.. Pero los repetidos ataques a la selva amazónica también podrían desestabilizar el clima de toda la región, como confirman los recientes trabajos del proyecto Amanecer, coordinado por Jhan-Carlo Espinoza, hidroclimatólogo del IRD, en el Instituto de Geociencias Ambientales (IGE)
“La estación seca en el sur de la Amazonia dura normalmente de junio a septiembre, pero desde los años 70 y el inicio de la deforestación y de los cambios de gran escala en el clima, se ha alargado varias semanas”, explica el hidroclimatólogo. “Varios estudios ya han demostrado la influencia de los cambios a gran escala en la circulación atmosférica La circulación atmosférica se refiere a los movimientos de las diferentes masas de aire alrededor de la Tierra, es decir, el cambio climático, en el alargamiento de la estación seca, pero hasta ahora la contribución de la deforestación a este fenómeno estaba muy poco documentada”.
La convección, un proceso necesario para el monzón

Ante la deforestación desenfrenada de la Amazonia, ¿seguirán produciéndose lluvias torrenciales en el Perú, como aquí en el Río Santiago?
© © IRD - Patrice Baby
Los bosques desempeñan un papel activo en el clima, tanto local como regional. “El agua que se evapora de los suelos y de las plantas por transpiración aporta humedad a la atmósfera”, explica Jhan-Carlo Espinoza. “Los bosques también favorecen la convección atmosférica, un fenómeno meteorológico esencial para desencadenar tormentas y monzones”. Sin embargo, el bosque amazónico ha perdido casi el 20 % de su superficie en 50 años, lo que podría alterar profundamente el equilibrio climático de la región. “Para determinar el impacto de la deforestación en la transición entre las temporadas seca y húmeda en el sur de la Amazonia, utilizamos simulaciones climáticas para estudiar la variación diaria de la circulación atmosférica en esta zona hasta el inicio de la estación lluviosa a partir de datos meteorológicos recogidos entre 2001 y 2019”, explica Juan Pablo Sierra, que realizó este trabajo como parte de su tesis doctoral en el Instituto de Geociencias Ambientales (IGE) de Grenoble. Utilizando el modelo numérico del sistema terrestre regional (RegIPSL) desarrollado por el Instituto Pierre-Simon Laplace (IPSL) de París, con el que el proyecto Amanecer colabora desde hace años para estudiar los ciclos hidrológicos y el clima de la cuenca amazónica, este trabajo ha permitido caracterizar los procesos biofísicos que subyacen a esta transición entre estaciones secas y húmedas.
Menos árboles, menos convección, tiempo más seco
Resulta que, antes del inicio de la estación lluviosa, los suelos cubiertos de bosques y los utilizados para los cultivos o la ganadería no contribuyen de la misma manera a la circulación atmosférica.
La deforestación reduce la capacidad de la selva amazónica para absorber CO2. Como consecuencia, ciertas zonas de la cuenca amazónica se han convertido en fuentes de este gas de efecto invernadero.
© IRD - Michel Grimaldi
Mientras que la cubierta forestal favorece la convección atmosférica profunda y la aparición de tipos de tiempo más húmedos, las parcelas deforestadas se asocian a un tiempo más seco y a una convección superficial. “Estos diferentes tipos de tiempo compiten entre sí. A medida que desaparece el bosque, el tipo tiempo más húmedo asociado al inicio de la estación lluviosa aparece más tardío y con menor frecuencia” , explica Jhan-Carlo Espinoza. Desde un punto de vista regional, “si se mantienen los patrones de circulación atmosférica más secos, la estación seca durará más”, añade Paola Arias, climatóloga colombiana que ha colaborado en el último informe del IPCC y en este trabajo.
¿La selva amazónica convertida en sabana?
“Existen mecanismos de retroacción entre la deforestación y el retraso de la estación de lluvias en el sur de la Amazonia”, concluye Jhan-Carlo Espinoza. “Este círculo vicioso provoca más sequía en la región, lo que a su vez aumenta el riesgo de incendios, que degradan aún más la selva. A la larga, otro ecosistema, como la sabana, podría sustituir a la selva amazónica”.

El cultivo intensivo de soja es en gran medida responsable de la deforestación y la degradación del suelo, como se ve aquí en Santarém, Brasil.
© IRD - Emilie Stoll
Pero las consecuencias van más allá de la Amazonia. A través del proyecto Amanecer, ya se ha demostrado la importancia de la relación climática entre los Andes tropicales y la selva amazónica, pero este nuevo estudio indica que todo el clima de Sudamérica podría verse afectado. “Nuestras simulaciones muestran que la deforestación repercute en el transporte de humedad hacia el sur del continente”, confirma Juan Pablo Sierra. En consecuencia, “las sequías asociadas al fenómeno de La NiñaFenómeno climático causado por una anomalía térmica en las aguas superficiales ecuatoriales del océano Pacífico. Se caracteriza por temperaturas del agua anormalmente bajas y tiene las consecuencias opuestas a un fenómeno de El Niño que han afectado en los últimos años a la Cuenca de la Plata que abarca Paraguay, Uruguay, el sur de Brasil y el norte de Argentina se han visto probablemente agravadas por la deforestación de la selva amazónica”, afirma Paola Arias. La destrucción de la Amazonia afecta, por tanto, a todo el subcontinente, pero no sólo a él. “Al igual que el cambio climático, la deforestación es un problema internacional”, insiste la climatóloga. El motor de la deforestación es el desarrollo económico de la región, en particular el cultivo de la soja, la ganadería, el comercio de madera y la minería ilegal. Estos recursos, en particular la soja y los minerales, se exportan a otros países, sobre todo del Norte. Esto es algo sobre lo que habrá que reflexionar en la próxima cumbre de países amazónicos organizada por el presidente brasileño Lula en agosto, a la que ha sido invitado el presidente de la República francesa Emmanuel Macron