La pérdida de biodiversidad amenaza al ser humano. ¿Qué palancas de sostenibilidad deberían activarse para paliar su fragilidad?

© IRD - Olivier Dangles

Biodiversidad: entre la fragilidad y la sostenibilidad

Updated 19.08.2021

Todos los indicadores son unánimes: el deterioro de la biodiversidad ha alcanzado un nivel sin precedentes desde hace cientos de miles de años. La causa son las actividades humanas, cuyo impacto no sólo afecta a especies y ecosistemas emblemáticos como el oso polar o la Gran Barrera de Coral. La gran crisis sanitaria, social y económica provocada por el Covid-19 confirma que las personas también están en riesgo.

El año 2020 iba a clausurar el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad. Se habían organizado con este motivo importantes eventos internacionales como el congreso mundial de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) –referencia mundial sobre el estado de conservación de las especies vegetales y animales– que estaba programado para junio de 2020 en Marsella. Por su parte, la COP 15, 15ª conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), iba a celebrarse en octubre de 2020 en China. 

¿Qué tiene que ver la pandemia de Covid-19 con la pérdida de biodiversidad?

© Pinte Linforth-Pixabay

Bloc de texte

Pero esta agenda global se ha visto completamente trastocada por un virus que ha venido a recordarnos los grandes retos relacionados con el declive de la biodiversidad. Tras aparecer en el radar hace poco más de un año (a finales de 2019), el SARS-CoV-2 ha infectado a más de 174 millones de personas y se ha cobrado directa o indirectamente la vida de más de 3,7 millones. Las consecuencias sociales y económicas son todavía difíciles de medir con exactitud, pero el impacto de la pandemia de SARS-CoV-2 se hará notar durante mucho tiempo. ¿Qué relación hay entre la aparición de esta enfermedad infecciosa y la erosión de la diversidad biológica?

Desde los años 80, el ritmo de las pandemias se ha acelerado: tras el sida, la pandemia de la gripe A(H1N1) y la pandemia del virus zika, el covid-19 irrumpió en 2019.

© Pixabay - geralt

La pérdida de biodiversidad favorece las pandemias

Bloc de texte

"La destrucción de la biodiversidad, con sus causas y consecuencias, es uno de los principales factores que favorece la aparición de zoonosis, enfermedades de origen animal que pueden transmitirse al ser humano", afirma el biólogo Benjamin Roche, de la UMI UMMISCO. De hecho, algunas especies animales actúan como barrera frente los microbios: conviven con ellos sin transmitir la infección a otros animales.

La presencia de muchas especies (a la derecha) que pueden ser infectadas, con diferentes grados de eficacia, diluye la propagación del patógeno transmitido por los mosquitos.

© Roche et Guégan, CR Biol, 2011

Bloc de texte

Pero "estas especies ‘escudo’ suelen ser de las primeras en desaparecer cuando la biodiversidad resulta erosionada. Esto reduce la ‘dilución’ de los agentes infecciosos en el entorno", explica el biólogo. La circulación de microorganismos en la fauna salvaje es entonces más intensa. La deforestación y los cambios en los usos del suelo también están aumentando el contacto entre esta fauna potencialmente más infectada y los seres humanos o el ganado. Esto facilita la transmisión, directa o indirecta, de agentes infecciosos a las poblaciones humanas.

Células neuronales humanas infectadas por el virus zika observadas con microscopio de fluorescencia Evos®, en el insectario confinado de nivel 3 del Vectopôle IRD Montpellier.

© IRD - Pauline Ferraris

Bloc de texte

La globalización y la conectividad de nuestras sociedades modernas permiten que estas zoonosis se propaguen velozmente por todo el mundo. Las pandemias son, de hecho, cada vez más frecuentes. Antes del siglo XX, se había registrado una epidemia de alcance mundial –pandemia– por siglo. Pero desde entonces se han declarado seis pandemias, cuatro de ellas a partir de la década de 1980: la pandemia de sida causada por el VIH, la gripe pandémica A(H1N1), la pandemia causada por el virus del zika y, finalmente, la actual crisis del covid-19 (coronavirus-associated disease, "enfermedad asociada al coronavirus").

Los orígenes animales del virus

¿Son los murciélagos del género Rhinolophus el reservorio natural del SARS-Cov-2?

© Flickr - Ján Svetlík

Bloc de texte

Determinar el origen de estas enfermedades zoonóticas resulta esencial para prevenir futuras pandemias. En el caso del Covid-19, el SARS-CoV-2 probablemente se originara en los murciélagos. "Al igual que el SARS-CoV-1 responsable de la epidemia de SARSsíndrome respiratorio agudo severo en China en 2003, el reservorio natural de este nuevo coronavirus probablemente sea un murciélago insectívoro del tipo rhinolophe", añade el virólogo Éric Leroy, de la UMR MIVEGEC. "El reto actual está en identificar la cadena de sucesos que hizo que el SARS-CoV-2 pasara de los animales a los seres humanos". ¿Se trata de un contacto directo entre los murciélagos, o sus fluidos biológicos, y los humanos? ¿O una especie intermedia desempeñó un papel en la propagación del virus?". 

De existir un huésped intermedio, podrían haberse recombinado dos cepas diferentes de coronavirus mediante el intercambio de material genético. Esta recombinación modifica las características del virus, como su transmisibilidad, y podría haberle permitido "saltar" la barrera de las especies. Inicialmente, las sospechas recayeron sobre el pangolín, un pequeño mamífero cazado por sus escamas y su carne.

El pangolín fue inicialmente el único sospechoso de haber posibilitado la aparición del SARS-Cov-2, pero ya no es el único en la lista.

© Flickr - Budak

Bloc de texte

"Esta es una hipótesis probable basada en una secuenciación genómicaDeterminación de la secuencia de nucleótidos, eslabones elementales del ADN y el ARN retrospectiva a partir de los datos de que disponemos, pero caben muchas otras posibilidades", relativiza el investigador. Hoy en día, hay elementos que apuntan a las granjas peleteras, en particular de visón, animal capaz de contraer el Covid-19 y transmitirlo tanto a otros animales como a los humanos. Se trata de una vía que aún no ha sido respaldada por resultados científicos revisados por pares. Para esclarecer los orígenes del virus, se está llevando a cabo un gran trabajo de investigación en todo el mundo, especialmente en el sudeste asiático, cerca del epicentro de la actual pandemia. Este es el caso de los proyectos Lacoviss y DisCoVERDisentangling the SARS-Cov-2 Origins: Emergernce & Reservoir que reúne a virólogos, biólogos evolutivos, ecólogos, modelizadores e investigadores en el campo de las ciencias humanas y sociales pertenecientes al IRD, la Universidad de Caen Normandía, el CNRS, el Centro de Enfermedades Infecciosas Christophe Mérieux de Laos y las Universidades de Mahidol y Kasetsart de Tailandia. "Entre todos estamos buscando secuencias virales recientes en animales que viven en el norte de Tailandia y Laos para comparar los resultados obtenidos con factores socioecológicos relacionados con las actividades humanas, como la caza furtiva, la deforestación, las prácticas agrícolas y los movimientos de población", explica Éric Leroy.

Colaboración con el Sur

Además de Lacoviss y DisCoVER, se han puesto en marcha muchos otros proyectos de colaboración entre Francia y los países del Sur para entender mejor el origen y la dinámica de la pandemia. 

© IRD

Bloc de texte

Para compendiar y coordinar todas estas iniciativas, se ha creado un grupo multiinstitucional integrado por el IRD, la Agencia Nacional Francesa de Investigación sobre el Sida (ANRS) y el consorcio REACTing del Inserm (la fusión de estos dos últimos dio lugar al ANRS | Enfermedades Infecciosas Emergentes en enero de 2021). "En colaboración con investigadores del Sur, este grupo de trabajo garantiza que las acciones internacionales de Francia estén en consonancia con las prioridades de estos países", explica Éric Delaporte, catedrático de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Montpellier y director de la Unidad TransVIHMI. Él es quien preside el comité estratégico junto con Nicolas Meda, catedrático de salud pública de la Universidad Ki-Zerbo de Uagadugú (Burkina Faso).

Extracción de sangre de un murciélago en Camerún

© I. Ndong Bass

Bloc de texte

Entre las iniciativas coordinadas por este grupo de trabajo se encuentra, por ejemplo, el proyecto Bat-Cov, supervisado por Martine Peeters, viróloga de la Unidad TransVIHMI, y Alpha Keita, director adjunto del Centro de Investigación y Formación en Enfermedades Infecciosas de Guinea (Cerfig). Este proyecto estudia la prevalencia y los diferentes coronavirus que albergan los murciélagos silvestres en Guinea, Camerún, la República Democrática del Congo y Zimbabue. "Su objetivo es evaluar los riesgos de cara al futuro, ya que estos coronavirus podrían potencialmente provocar nuevas epidemias", informa Eric Delaporte. Este estudio mostrará qué especies excretan los coronavirus y en qué estación el riesgo de transmisión es mayor. En algunas regiones africanas, existe efectivamente un estrecho contacto entre las poblaciones humanas y los murciélagos, sobre todo en África occidental y central, donde algunas especies se cazan como alimento. Pero se sabe que el consumo de animales salvajes es un factor que favorece la transmisión de enfermedades infecciosas de los animales a las personas.

Agutí ahumado (una especie pequeño de roedor) vendido en mercado de Benín para su consumo.

© IRD - Marianne Donnat

Bloc de texte

Para evaluar este riesgo en África, el proyecto AFRICov, coordinado por Philippe Gaubert, de la UMR EDB, y Sery Ernest Gonedelé Bi, del laboratorio de genética de la Universidad Félix Houphouët-Boigny de Abiyán, está llevando a cabo un estudio genómico de los virus en los mercados de animales salvajes de Costa de Marfil, Camerún y Benín. De manera similar, ZooCov busca establecer un sistema de vigilancia de los coronavirus en la industria de la carne de animales salvajes, pero esta vez en Camboya. Impulsado por el Cirad, este proyecto, en el que también participan el IRD, el Instituto Pasteur de Camboya, la Universidad de Hong Kong y las ONG Wildlife Conservation Society y Fauna & Flora International, espera ayudar a prevenir futuras pandemias.

Bloc de texte

De los humanos a los animales

Anticiparse a las nuevas epidemias es también el objetivo del estudio SPILLBACK, fruto de la colaboración entre el IRD y el Laboratorio Nacional de Salud Pública de Brazzaville (República del Congo). "Con nuestros socios, ya hemos demostrado la existencia de cepas de coronavirus en murciélagos de Gabón", explica Eric Leroy. "Ahora estamos investigando si el SARS-CoV-2 podría adaptarse a la fauna de las selvas tropicales africanas, que tienen un clima similar al de los bosques del sudeste asiático". Por ejemplo, las especies locales de murciélagos podrían convertirse en nuevos reservorios del virus y causar potencialmente una segunda pandemia. Los animales de granja también se ven afectados por el Covid-19, como demuestra la propagación de esta enfermedad en las granjas de visones de varios países productores de pieles, como Dinamarca y Países Bajos. El peligro es que "el hacinamiento de miles de animales favorezca la aparición de mutaciones perennes transmisibles a las poblaciones humanas", explica Eric Leroy. Una de ellas, la llamada variante Cluster 5, ha infectado a varios trabajadores en estas granjas.

¿Con qué frecuencia los animales de compañía son infectados con Covid-19 por sus dueños?

© Flick - catherine ¨MOSINIAK-PAILLIER

Bloc de texte

Esta amenaza también se extiende a los animales domésticos. "Aunque hasta ahora se han observado pocas formas graves, los gatos y perros de pacientes positivos por Covid-19 corren un alto riesgo de contraer la enfermedad", apunta el virólogo, cuyo equipo fue el primero en evaluar en Francia la transmisión del SARS-CoV-2 a los animales de compañía por parte de sus dueños. Como continuación de este trabajo, estos investigadores crearon el proyecto COVET en colaboración con el laboratorio de análisis veterinarios VEBIO de Arcueil, los veterinarios del Instituto Vision de París y el Centro Internacional de Investigación de Enfermedades Infecciosas (CIRI) de Lyon. "Su objetivo es hacer un estudio serológico de la infección en varios miles de animales de compañía –perros, gatos y pequeños mamíferos– en toda Francia continental", aclara Eric Leroy. En él se evaluará con qué frecuencia se contagian estos animales a través de sus dueños, así como la variabilidad de la infección en función de la especie animal. Todos estos proyectos nos recuerdan la importancia de la estrategia One Health  ("Una Salud") que combina la salud humana, animal y medioambiental en la lucha contra las zoonosis y su aparición. 

Bloc de texte

Mejor prevenir que curar

Pero seamos claros, el Covid-19 no será la última pandemia que asole nuestra sociedad. El informe del IPBES (véase el recuadro) publicado el año pasado no es muy optimista: es probable que las futuras pandemias sean más frecuentes, se propaguen más rápidamente y tengan un mayor impacto en la economía mundial. Y sobre todo, ¡causarán aún más víctimas que el Covid-19! Se cree que los mamíferos y las aves albergan cientos de miles de virus aún desconocidos que podrían transmitirse a los humanos. "Existen soluciones", matiza Benjamin Roche, que participó en la elaboración de este informe. "Como crear un organismo mundial contra las pandemias, institucionalizar la estrategia One Health y reducir el contacto entre los seres humanos, la fauna salvaje y los animales domésticos". En términos concretos, esto pasaría por regular el comercio con animales salvajes, crear áreas protegidas, especialmente en las zonas de mayor biodiversidad, o aplicar impuestos a las actividades propandémicas, como la deforestación o la ganadería intensiva.

IPBES, el IPCC de la biodiversidad

Fundada en 2012 bajo los auspicios de las Naciones Unidas, IBPES es una plataforma intergubernamental sobre biodiversidad y servicios de los ecosistemas. "IPBES es a la biodiversidad lo que el IPCCGrupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que ofrece evaluaciones detalladas del estado de los conocimientos sobre el cambio climático es al clima", explica Yunne Shin, bióloga marina de la UMR MARBEC y experta científica del IBPES. "Es una interfaz entre la ciencia y las políticas públicas que proporciona a los responsables políticos evaluaciones científicas para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad". Su último informe sobre la biodiversidad mundial se publicó en 2019. "Tras tres años de trabajo, los resultados son chocantes", afirma la bióloga marina que coordinó la redacción de uno de los seis capítulos del informe. El primer hecho sorprendente es que las pruebas científicas apuntan a una pérdida de biodiversidad sin precedentes. Cerca de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción. Esta situación puede tener un impacto negativo en nuestras sociedades, que dependen de los múltiples beneficios que proporciona la naturaleza, los llamados "servicios de los ecosistemas". Por ejemplo, la regulación del clima por los océanos, la filtración del agua en los humedales y la polinización de los cultivos. Por último, el informe señala que existen diversas soluciones para contrarrestar esta pérdida de biodiversidad. "Pero es necesaria una transformación crítica de nuestras sociedades", advierte Yunne Shin.

Construir carreteras permite acabar con el aislamiento de algunos pueblos (en este caso Lenggurru, Papúa Occidental). ¿Pero cómo conciliar el desarrollo de las poblaciones locales y la preservación de la biodiversidad?

© IRD - CENOTE - Guilhem Maistre, Lengguru 2014

Bloc de texte

Sin embargo, la urbanización y la deforestación parecen estar inextricablemente ligadas al crecimiento económico en muchos países del Sur. ¿Qué estrategia adoptar para desarrollar la economía local y prevenir al mismo tiempo la aparición de zoonosis? Esta es la cuestión en la que trabajan Benjamin Roche y su equipo. "Utilizando modelos matemáticos calibrados en un extenso trabajo de campo, estamos estudiando la dinámica de circulación de varias zoonosis en la península de Yucatán, México, en función de los cambios que se producen en el hábitat", explica el experto en modelización de enfermedades infecciosas. Los investigadores están estudiando especialmente ciertos hantavirus, transmitidos al ser humano por roedores silvestres y responsables de infecciones de diversa gravedad, así como arbovirus transmitidos por mosquitos, como el dengue, y los coronavirus. El objetivo de este trabajo es determinar la proporción de espacios naturales que hay que preservar para limitar la circulación de estas zoonosis en las poblaciones humanas. Este proyecto piloto forma parte de una colaboración con la organización no gubernamental EcoHealth Alliance. "Es el primero de una serie de estudios en todo el mundo que nos permitirán desarrollar una visión a gran escala de la influencia de los hábitats en la propagación de las enfermedades zoonóticas". Ante el riesgo de aparición de estas enfermedades potencialmente pandémicas, se han puesto en marcha numerosas acciones. Es el caso de la reciente iniciativa internacional PREZODE, que ya reúne a más de mil investigadores de unos cincuenta países. "PREZODE pretende, en particular, reforzar la cooperación con las regiones del mundo con mayor riesgo de aparición de enfermedades zoonóticas", aclara Benjamin Roche, asesor científico del programa Une seule santé ("Una Salud") del IRD y miembro del comité preparatorio de la iniciativa, "así como integrar el enfoque One Health de forma global para contener la aparición de pandemias". 

Las epidemias también pueden afectar a las plantas, poniendo en peligro la seguridad alimentaria.

© IRD - Michel Jégu

El reino vegetal también está en peligro

No sólo las especies humanas y animales están amenazadas por la aparición de epidemias globales, sino también las plantas. Y, por ende, nuestra seguridad alimentaria está en riesgo. Según la FAOOrganización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, las plantas representan más del 80 % de la alimentación humana y también se utilizan para alimentar al ganado, las aves de corral y algunos peces de piscifactoría. 

La Gran Hambruna, causada por el mildiú de la patata, dejó una huella considerable en Irlanda, como atestigua este monumento en Dublín.

© Flickr - Loic Pinseel

Bloc de texte

Ya ha habido precedentes de patógenos que han asolado cultivos agrícolas. Este es el caso del mildiú de la papa, que apareció en Irlanda en 1845. Esta enfermedad, también conocida como "tizón tardío", es causada por un parásito, Phytophthora infestans que afecta especialmente a las plantas de patata, de ahí su nombre. "El monocultivo de este tubérculo hizo que este patógeno se extendiera rápidamente por el país", recuerda Jean-Louis Pham, genetista especializado en plantas de la UMR DIADE. "Las consecuencias demográficas y culturales fueron considerables". La disminución de los rendimientos debido al mildiú contribuyó en gran medida a desencadenar una hambruna que duró varios años. Las estimaciones actuales sitúan el número de muertos en al menos un millón y la migración masiva de unos dos millones de irlandeses. 

El tizón bacteriano del arroz reaparece en África

© IRD/Valérie Verdier

Bloc de texte

No hace tanto, una variedad de plátano fue arrasada por una epidemia. Se trata de la Gros Michel, principal variedad cultivada hasta los años 50. Fue entonces cuando la fusariosis del banano, o enfermedad de Panamá, causada por el hongo Fusarium oxysporum, se extendió a la mayoría de las plantaciones de banano del mundo. Estos monocultivos de clones no resistieron. En la actualidad, una nueva cepa del hongo, la TR4, amenaza a la variedad Cavendish que sustituyó a la Gros Michel. Las consecuencias económicas podrían ser catastróficas para algunos países del Sur, de por sí muy afectados por la actual pandemia de Covid-19. Y hay muchas otras amenazas para nuestros cultivos. Algunos ejemplos son la roya del trigo, el tizón bacteriano del arroz, la bacteriosis vascular de la yuca, el mosaico de la yuca causado por un virus, la necrosis letal del maíz y la bacteria Xylella fastidiosa que puede ser letal para muchas plantas como el olivo, el almendro, el café, la vid, los cítricos, el aguacate, el roble, la alfalfa y la lavanda. "Nos acecha una pandemia vegetal", dice preocupado el investigador.

Preservar la agrobiodiversidad

Sin embargo, existen soluciones para limitar este riesgo y proteger la salud de las plantas. Este es el objetivo de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF). Este tratado internacional se adoptó en 1952 para proteger los recursos vegetales del mundo evitando la introducción y propagación de plagas. 

La conservación de cultivos se basa en la diversidad de las variedades cultivadas. En la foto, puesto de plátanos en un mercado de Bolivia.

© IRD - Michel Jégu

Bloc de texte

Sin embargo, el tratado no cuenta con una red mundial de vigilancia de las enfermedades de los cultivos realmente operativa, como la que tiene la Organización Mundial de la Salud para alertar en caso de epidemia humana. Además de una mayor vigilancia, favorecer las líneas locales intravarietales en lugar de las líneas puras puede limitar la aparición de epidemias. "Las especies domesticadas suelen tener poca diversidad genética y, por tanto, son más propensas a las enfermedades", explica Jean-Louis Pham. La diversidad genética es, en efecto, la base para que una especie se adapte a las enfermedades y a los cambios, como el cambio climático, como confirma un reciente estudio sobre las batatas. Se han puesto en marcha varias iniciativas para preservar esta diversidad. Este es el caso de ARCAD, un centro de recursos para la conservación y el estudio de la diversidad de los cultivos tropicales y mediterráneos. Con sede en Montpellier, en el campus de Agropolis, ARCAD reúne las fuerzas del IRD, el CIRAD, el INRAE y Montpellier SupAgro en un proyecto conjunto sobre la agrobiodiversidad que es eminentemente transdisciplinar. "Científicos de todos los ámbitos –genetistas, bioinformáticos, agrónomos, botánicos, antropólogos e investigadores de ciencias políticas– trabajan juntos para promover una dinámica de investigación en materia de agrobiodiversidad", dice Jean-Louis Pham, uno de los creadores del proyecto. "Uno de los objetivos es innovar en el uso de la biodiversidad vegetal, en particular poniendo en valor la diversidad de semillas producidas en el Sur". Para ello, se construyó un edificio para almacenar hasta 40.000 semillas. ARCAD es también una plataforma de intercambio entre el mundo académico y la sociedad civil a nivel nacional e internacional. "Es imprescindible restablecer la circulación entre las colecciones de semillas y los campos de los agricultores". 

Hacia la transición agroecológica

Es precisamente en algunos campos de cultivo donde se socava parte de la biodiversidad. La industrialización de la agricultura, caracterizada, entre otras cosas, por un mayor uso de insumosconjunto de productos fitosanitarios y fertilizantes aplicados a la tierra y a los cultivos que no proceden de la explotación agrícola derivados de la petroquímica y por la creación de grandes parcelas con fines de concentración parcelaria, ha inducido una uniformidad en los campos y las especies cultivadas. 

En el Sahel, Faidherbia albida es el "árbole útil" más conocido y los agricultores lo conservan en sus campos, ya que da sombra y forraje.

© IRD -Tiphaine Chevallier

Bloc de texte

"Esta uniformidad tiene consecuencias ecológicas catastróficas", afirma Jean-Louis Pham, que reclama un cambio en el sistema de producción de alimentos. Los cambios en el uso de la tierra o la destrucción de setos y arbustos y la tala de árboles, así como el uso de fertilizantes y pesticidas afectan negativamente a la biodiversidad y, por tanto, comprometen los servicios ecosistémicos que esta proporciona (véase el recuadro). Estos impactos en los ecosistemas amenazan nuestra seguridad alimentaria del mismo modo que las enfermedades de los cultivos. No obstante, existen métodos agrícolas más respetuosos con el medio ambiente, como la agricultura de conservación, la siembra directa, la agricultura ecológica y la agroecología. Estos diferentes tipos de prácticas agrícolas más sostenibles buscan restaurar la diversidad en los campos, ya sea a nivel de paisajes, cultivos o variedades, para mantener o restaurar la salud de los ecosistemas y, en primer lugar, del suelo. 

© IRD - Olivier Hamerlynck

¿Uno de los beneficios de la naturaleza? Su belleza, simplemente, como en el Delta del Tana en Kenia...

Servicios ecosistémicos o los beneficios de la naturaleza

Los ecosistemas, comúnmente denominados "naturaleza", proporcionan un buen número de servicios a nuestras sociedades. Producen el oxígeno que respiramos, el agua y los alimentos que comemos, así como los combustibles y recursos que nuestras sociedades utilizan cada día. La naturaleza nos ofrece refugio y alimento, al igual que el resto del reino animal y vegetal. Los ecosistemas sanos también ayudan a regular el clima y la calidad del aire, fertilizan los suelos y evitan la erosión. Además contribuyen a filtrar y limpiar el agua, polinizar los cultivos, almacenar carbono, controlar la propagación de enfermedades infecciosas y reciclar nutrientes. Por último, la naturaleza nos proporciona beneficios no materiales, como inspiración, espiritualidad, sentido de pertenencia o simplemente bienestar cuando caminamos por ella.

Cuidar el suelo

El suelo es un recurso vivo que contiene más del 25 % de la biodiversidad de nuestro planeta. "Muchos organismos viven en el suelo y en su superficie: bacterias, hongos, ácaros, nemátodos, ciempiés... ", explica Sébastien Barot, ecólogo de suelos del iEES-París y asesor científico de Biodiversidad del IRD. 

Las lombrices de tierra desempeñan muchas funciones para garantizar la salud del suelo.

© IRD - Sébastien Barot

Bloc de texte

Entre estos seres vivos, hay una especie que es representativa de la salud del suelo: la lombriz de tierra. Desempeña varios papeles importantes. "Las lombrices de tierra contribuyen a estructurar los suelos, a reciclar la materia orgánica y proporcionan a las plantas los minerales que necesitan para su crecimiento, como el nitrógeno y el fósforo", explica el ecólogo. Todo este pequeño mundo subterráneo trabaja al unísono para modificar la dinámica y la composición del suelo con el fin de hacerlo más fértil, pero también para reducir su erosión y facilitar el drenaje del agua de lluvia. ¿Cómo podemos entonces proteger el suelo y los servicios que presta a la agricultura? En primer lugar, "la siembra de cultivos de cobertura después de la cosecha evita dejar la tierra desnuda y, por lo tanto, expuesta durante buena parte del año", dice Sébastien Barot. Hay una familia de plantas especialmente adecuada para esta tarea: las fabáceas, más conocidas como leguminosas. Esta gran familia de plantas, que incluye el trébol, la alfalfa, la soja, los cacahuetes y muchas otras legumbres, enriquece naturalmente el suelo fijando el nitrógeno del aire mediante una relación simbiótica con las bacterias del suelo, las Bradyrhizobium. Además de producir proteínas vegetales que pueden utilizarse para alimentar al ganado, las aves de corral y los seres humanos, estas plantas reducen el uso de fertilizantes. 

© IRD - Sébastien Barot

Típico campo de ñame en tierra de los baulé, en Costa de Marfil. Las prácticas tradicionales conservan una gran diversidad de plantas cultivadas y no cultivadas.

Promover la agroecología en el Sur

En las regiones templadas, la concienciación sobre los impactos de la industrialización de la agricultura está llevando al desarrollo de prácticas agrícolas más sostenibles. Pero en los países en desarrollo, el contexto social y económico es completamente diferente. "La agricultura de subsistencia tradicional es de por sí una forma de agroecología. Pero la productividad no siempre está asegurada y a veces la seguridad alimentaria se ve amenazada. ¿Significa esto que debemos promover prácticas perjudiciales para el medio ambiente?" se pregunta Sébastien Barot. Así, en el Sur se están llevando a cabo acciones para promover métodos de producción basados en la agroecología, especialmente en Marruecos pero también en el África subsahariana. Este es el caso del laboratorio mixto internacional "Ecología y desarrollo sostenible - Biodiversidad, agroecología y ecología urbana", recientemente lanzado en Costa de Marfil por Sébastien Barot y Souleymane Konaté. "Uno de sus objetivos es promover la agroecología en este país a partir de las investigaciones sobre biodiversidad llevadas a cabo desde 1962 en la Estación Ecológica de Lamto", explica el ecólogo. Con la esperanza sobre todo de incrementar los rendimientos de la agricultura de subsistencia sin comprometer los ecosistemas ni el clima. 

Esta particularidad de las leguminosas hace que sean ampliamente utilizadas en la rotación de cultivos. Esta práctica alterna en una misma parcela varios cultivos, incluso un barbecho, dependiendo de la estación y del año.  

Cultivos mixtos de cereales y leguminosas para mejorar la calidad del suelo mediante la captación de nitrógeno en Nalongue (cantón de Nadjoundi, cerca de Dapaong), Togo.

© IRD - Tiphaine Chevallier

Bloc de texte

Además de tener efectos beneficiosos para la biodiversidad, la rotación de cultivos mejora la estructura del suelo e interrumpe el ciclo reproductivo de las plagas, las enfermedades de las plantas y las plantas arvensesplantas que crecen en una parcela sin haber sido plantadas específicamente en ella, más conocidas como "malas hierbas". De ahí que se limite el uso de plaguicidas que son perjudiciales tanto para los macroorganismos del suelo, como las lombrices, como para los insectos del aire, especialmente los polinizadores. La reducción de la labranza también es beneficiosa para la biodiversidad. "Aunque hace que el suelo esté más suelto y permite controlar las plantas arveneses al enterrarlas, el arado profundo y sistemático tiene un impacto negativo en los grandes organismos del suelo", explica Sébastien Barot. Dependiendo del terreno, los cultivos y el clima, otras prácticas, como la asociación de cultivosen una misma parcela se cultivan varias especies, por ejemplo un cereal y una leguminosa o el aporte de materia orgánica, pueden complementar estas técnicas agrícolas respetuosas con el medio ambiente. Aplicando estos principios, los agricultores contribuyen a conservar la biodiversidad, y ésta les retribuye. Según un informe de la UICN publicado el año pasado, los agricultores pueden aumentar considerablemente su productividad fomentando la diversidad del suelo. Mejor aún, estas prácticas agrícolas pueden desempeñar un papel importante en la mitigación del cambio climático. Las tierras biodiversas ayudan a almacenar el carbono atmosférico en el suelo. Esta es la idea en la que se basa iniciativa "4 por 1000 ", lanzada en la COP21 de 2015: actuar en favor del clima aumentando el contenido de carbono orgánico de los suelos mediante prácticas agrícolas sostenibles.

Las personas y los árboles

Los árboles también pueden ayudar a mitigar el cambio climático mediante el secuestro de carbono. Y además tienen un papel clave en la transición agroecológica. Los árboles y los setos y arbustos son refugios para la fauna auxiliar, ya sean polinizadores o depredadores de animales nocivos o invasivos. Más allá de este aspecto de biocontrolConjunto de métodos naturales para la protección de los cultivos, los árboles, setos y arbustos también ayudan a contrarrestar la erosión del suelo, mejoran la calidad y la infiltración del agua, proporcionan sombra en verano, regulan la contaminación fitosanitaria y aumentan la productividad al proteger los cultivos del viento. Los árboles, de hecho, también pueden asociarse a cultivos o pastos. Esto se llama "agroforestería" o "agrosilvicultura": "un conjunto muy variado de prácticas agrícolas que se benefician de la presencia de los árboles", explica la etnobotánica Geneviève Michon, de la UMR SENS. Los árboles proporcionan gran cantidad de servicios medioambientales a los agricultores y los beneficios pueden ser directos –a través de la producción de fruta, forraje o madera– y/o indirectos. 

¿Volverá el bocage a las regiones templadas? Foto tomada en Morvan, Francia.

© IRD - Geneviève Michon

Bloc de texte

"Los sistemas agroforestales juegan con las complementariedades y las simbiosis para producir de forma diferente y mejor. La ganadería sustentable en bosques campesinos, por ejemplo, tiene menos impacto en el clima y produce carne de mejor calidad nutricional", continúa la etnobotánica. En las regiones templadas, estos métodos de producción agroforestal se abandonaron en su mayoría con la industrialización de la agricultura. En Francia, por ejemplo, el 70 % de los setos han desaparecido del bocage francés desde los años 50. "Aún hoy, se talan árboles y se cortan los setos y arbustos", lamenta Geneviève Michon. Sin embargo, la situación está evolucionando y se están recuperando aquí y allá prácticas inspiradas en conocimientos olvidados durante mucho tiempo: por ejemplo, el bocage y los vergeles-prado o la combinación de árboles y vides o lúpulo. 

La diversidad vegetal permite una mejor gestión de este bosque de argán en Marruecos.

© IRD - Geneviève Michon

Bloc de texte

En el Sur, los sistemas agroforestales siguen estando muy presentes: campos de acacias o de karité en el Sahel en los que se practica el agropastoreo, oasis saharianos donde crecen árboles frutales a la sombra de palmeras, bosques de argán en Marruecos cuyos árboles se utilizan sobre todo para la producción de aceite de argán, agrobosques en las zonas tropicales húmedas (ver vídeo en el siguiente artículo), etc. Estas prácticas agrícolas garantizan la seguridad, la calidad y la diversidad alimentaria, económica y cultural de sus poblaciones. Pero estas estructuras agrícolas campesinas también están amenazadas. "La mayoría de los sistemas agroforestales que estudié en el sudeste asiático han desaparecido debido a la generalización de la agricultura productivista y capitalista", señala Geneviève Michon con amargura. "Pero, estos bosques, que yo llamo ‘domésticos’, contribuyen a proteger la diversidad biológica y cultural garantizando tanto la productividad como la sostenibilidad". 

Plantas en la ciudad

En la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y esta proporción va en aumento. ¿Tiene cabida la biodiversidad en nuestro mundo urbanizado? "Este es un tema reciente que cada vez suscita mayor interés", afirma Sébastien Barot, que ha coordinado un programa de investigación sobre ecología urbana que aborda esta cuestión. Los árboles y las plantas pueden ayudar a las ciudades a ser más resilientes. Por ejemplo, "la cubierta vegetal reduce el efecto isla de calor ", señala el ecólogo. En los centros urbanos, las temperaturas pueden ser de entre 2 y 3º más que en la periferia. En este sentido, la evaporación del agua de las hojas de los árboles y demás vegetales contribuye a enfriar la atmósfera de nuestras ciudades. Y eso no es todo: "Las plantas ayudan a regular el flujo de agua en caso de lluvias torrenciales y proporcionan bienestar psicológico a los habitantes". La reaparición de la agricultura urbana y los huertos comunitarios también está contribuyendo a hacer más visible la biodiversidad en las ciudades. "Para los urbanitas, es una forma de reconectar con la naturaleza".  Y puede que algunos de ellos se conviertan en sus firmes defensores.

  • Un système mondial de surveillance des maladies des cultures
    M. Carvajal-Yepes, K. Cardwell, A. Nelson, K. A. Garrett, B. Giovani, D.G.O. Saunders, S. Kamoun, J.P. Legg, V. Verdier, J. Lessel, R.A. Neher, R. Day, P. Pardey, M.L. Gullino, A.R. Records, B. Bextine, J.E. Leach, S. Staiger, J. Tohme, A global surveillance system for crop diseasesScience, 28 juin 2019 ; doi : 10.1126/science.aaw1572

    La diversité intraspécifique comme réservoir de la tolérance au stress thermique chez la patate douce
    Bettina Heider, Quentin Struelens, Emile Faye, Carlos Flores, José E. Palacios, Raul Eyzaguirre, Stef de Hann, Olivier Dangles, Intraspecific diversity as a reservoir for heat-stress tolerance in sweet potatoNature Climate Change, 5 octobre 2020 ; doi: 10.1038/s41558-020-00924-4

    Écologie urbaine, parties prenantes et avenir de l'écologie
    Sébastien Barot, Luc Abbadie, Apolline Auclerc, Carole Barthélémy, Etienne Bérille, Philippe Billet, Philippe Clergeau, Jean-Noël Consales, Magali Deschamp-Cottin, Ambre David, Cédric Devigne, Véronique Dham,Yann Dusza,Anne Gaillard, Emmanuelle Gonzalez, Marianne Hédont, Dorothée Labarraque, Anne-Marie Le Bastard, Jean-Louis Morel,Yves Petit-Berghem, Elisabeth Rémy, Emma Rochelle-Newall, Marion Veyrières, Urban ecology, stakeholders and the future of ecology, Science of the Total Environment, 27 février 2019 ; doi: 10.1016/j.scitotenv.2019.02.410
     

Miembros de la comunidad yánesha en el Perú, depositarios de conocimientos de farmacopea tradicional.

© IRD - Mohamed Haddad

Conocimientos que merecen ser protegidos y aprovechados

La relación entre las sociedades locales y su entorno ha sido denostada durante mucho tiempo. Sin embargo, las interacciones entre estas poblaciones y la naturaleza han contribuido al enriquecimiento cultural de las comunidades autóctonas, con sus cosmovisiones, sus rituales y lenguas. También les han permitido desarrollar muchas habilidades y adquirir un profundo conocimiento de su entorno. Esto convierte ahora a los pueblos indígenas en socios clave para una gestión sostenible del entorno. Aunque sólo representan el 5 % de la población mundial, la ONU estima que sus tierras contienen casi el 80 % de la diversidad biológica del mundo. La IPBES reconoce, de hecho, la importancia de esta sabiduría local en la conservación de la biodiversidad. 

Campaña de recogida de plantas medicinales en el Alto Amazonas

© IRD - Mohamed Haddad

Bloc de texte

Sin embargo, algunos de estos conocimientos transmitidos oralmente, como las farmacopeas tradicionales, están en peligro. El IRD se ha propuesto salvaguardar algunos de ellos, en particular en la Guayana Francesa o con los yanesha en el Perú. "En esta comunidad amerindia, la transmisión de estos conocimientos se ve obstaculizada por una cierta falta de interés por parte de las generaciones más jóvenes", explica Mohamed Haddad, químico de la UMR PHARMA-DEV, especializado en el estudio de las sustancias naturales y que ha pasado varias temporadas entre los yanesha. "Queriendo preservar su memoria, estos amerindios han aceptado colaborar con la comunidad científica para inventariar algunas de las plantas que utilizan con fines medicinales, cosméticos o rituales". Iniciada en 2005 por las etnofarmacólogas Geneviève Bourdy y Céline Valadeau, esta colaboración ha dado lugar a la publicación de un libro de libre acceso, "Yato' ramuesh". Financiado con fondos públicos con el consentimiento de las autoridades peruanas, "este trabajo, bien recibido por la comunidad, ha permitido registrar parte de sus conocimientos". Este es un buen ejemplo de confianza mutua entre los investigadores y una comunidad local. Sin embargo, el valor potencial de ciertos recursos biológicos y los correspondientes conocimientos locales pueden dar lugar a abusos y a una explotación unilateral. Precisamente para evitar este acaparamiento ilegítimo nació el principio de "acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de su utilización", conocido como ABS por sus siglas en inglés (Access and Benefit sharing).

Colaboraciones presentes y futuras

Los países del Sur, especialmente los del cinturón intertropical, concentran la mayoría de las zonas más biodiversas del planeta.  Pero muchos de estos Estados carecen de recursos materiales y personal capacitado para estudiarla y protegerla. "Estamos invirtiendo mucho en la creación de capacidad académica local. El objetivo es desarrollar un círculo virtuoso de investigación de alto nivel y formar a los profesionales en el manejo de equipos de vanguardia, de análisis químico, por ejemplo", explica el químico Mohamed Haddad, cuyo trabajo está dirigido en particular a poner en valor de las sustancias naturales utilizadas por las comunidades locales. Mediante intercambios, formaciones y colaboraciones con universidades, ONG, sociedad civil y gobiernos, y la creación de Laboratorios Mixtos Internacionales (LMI) y Equipos jóvenes asociados al IRD (JEAI), el IRD está ayudando a desarrollar las capacidades de estos países en desarrollo. "En el Perú, Laos y Benín, nuestra unidad trabaja en la capacitación de personas para inventariar y estudiar la biodiversidad de plantas y hongos", informa el químico. Con la esperanza de que estos nuevos investigadores encuentren moléculas interesantes para posibles medicamentos para la humanidad. 

Justicia y equidad

El principio ABS se promovió por primera vez en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, antes de adoptarse legalmente en 2010 en la conferencia mundial sobre biodiversidad de Nagoya. "Su objetivo es contribuir a la conservación de la diversidad biológica mediante el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de su utilización para actividades de investigación y desarrollo", explica Jean-Louis Pham, genetista de plantas y coordinador Nagoya del IRD. 

© FRB

Bloc de texte

El ABS se aplica, por ejemplo, cuando un laboratorio de investigación desea desarrollar un medicamento a partir del principio activo de una planta de la farmacopea de una comunidad indígena. El usuario –en este caso el laboratorio– de este recurso genético –la planta– debe entonces informar al proveedor –la comunidad que utiliza esta planta de forma tradicional y el país donde se halla– mediante un proceso de consentimiento informado previo. Las dos partes acuerdan entonces el reparto de los beneficios, monetarios o de otro tipo, que se derivan del uso de este recurso de la biodiversidad. "El Protocolo de Nagoya es un importante acuerdo internacional basado en un principio ético y jurídico muy sólido que reconoce el derecho de los pueblos indígenas y la soberanía de los Estados sobre su diversidad biológica". No obstante, al investigador le preocupa que "su aplicación ralentice de facto la investigación que requiere acceder a la diversidad biológica debido a una normativa a menudo engorrosa y compleja". No es de la misma opinión Estienne Rodary, experto en políticas de conservación de la biodiversidad, que cree que "los trámites administrativos no pueden esgrimirse frente a la importancia de un reparto justo para las poblaciones indígenas". Además, y lo que es más grave, según Jean-Louis Pham: "los rendimientos financieros para las comunidades y los Estados proveedores parecen míseros en comparación con las expectativas, y el ABS tiene poco impacto en la conservación de la biodiversidad". Así pues, se está reflexionando para desarrollar este marco jurídico sin poner en duda su principio de reparto justo y equitativo.

Pagar para conservar

Además del Protocolo de Nagoya, otros mecanismos internacionales intentan promover la conservación del medioambiente mediante la movilización de instrumentos económicos y financieros. Los "canjes de deuda por naturaleza" son un ejemplo. Este principio consiste en canjear parte de la deuda de un Estado con un Estado acreedor y/o una ONG a cambio de medidas de protección de la biodiversidad en el país deudor. 

Bloc de texte

Por ejemplo, en la década de 1990, el gobierno estadounidense condonó parte de la deuda de Jamaica a cambio de la creación y financiación de una fundación medioambiental. "Esta herramienta está volviendo a despertar interés ante el incremento de la deuda debido a la pandemia, siendo además un mecanismo de referencia para la lucha contra el calentamiento global", afirma Philippe Méral, economista de la UMR SENS. A nivel local, existe toda una serie de políticas públicas para promover la conservación de la naturaleza, como los pagos por servicios ambientales, o PSA. "La idea es pagar, individual o colectivamente, a aquellas personas que puedan mantener los ecosistemas en buen estado de manera que sigan ofreciendo  un servicio ambiental que beneficia a la sociedad en su conjunto", explica Philippe Méral. "Estas subvenciones contribuyen a fomentar la conservación frente a la sobreexplotación que, aunque ofrece beneficios económicos a corto plazo, acaba teniendo consecuencias ecológicas y sociales negativas a largo plazo". En la práctica, el PSA adopta muchas formas, pero a menudo implica evitar la deforestación para proteger la biodiversidad, secuestrar carbono o mantener la calidad del agua de las cuencas hidrográficas. Esta herramienta fue muy popular entre las ONG y los donantes hace una década, pero desde entonces ha perdido parte de su atractivo. "Los pagos pueden distorsionar las motivaciones intrínsecas de las personas para preservar su entorno y agravar los problemas de equidad intergeneracional", explica el experto de política medioambiental, "pero fundamentalmente no es una palanca de desarrollo, a diferencia de otras actividades generadoras de ingresos como la artesanía, la recolección de plantas medicinales y aromáticas o el ecoturismo". Dependiendo del contexto, este tipo de enfoque económico de la biodiversidad puede ser más pertinente para conciliar la conservación del medio ambiente y el desarrollo socioeconómico. Este es también el caso de la gestión comunitaria, que se basa en el uso sostenible de los recursos mediante acuerdos entre los usuarios. Además del desarrollo económico moderado, otro aspecto limitante de los PSA es su financiamiento. Un mecanismo interesante sería el fondo fiduciario. "En este caso, una cantidad importante de dinero procedente de una ONG o donantes se deposita en una fundación y sólo los intereses generados se destinan a la protección del medio ambiente", abunda el economista. "Este sistema permite asegurar la inversión, pero su funcionamiento es bastante complejo y plantea cuestiones éticas". Los fondos se invierten en bolsa, así que los intereses dependen de la volatilidad de los tipos de interés y el capital invertido puede perderse en caso de desplome de la bolsa. Pese a ello, los fondos fiduciarios han tenido cierto éxito en los últimos años, no sólo para financiar los PSA, sino también las áreas protegidas y otros instrumentos económicos para la conservación de la biodiversidad.

Las políticas medioambientales desde el cielo

No hay nada como las imágenes por satélite para seguir con precisión la evolución de los territorios a lo largo del tiempo. No es de extrañar que esta tecnología se utilice para evaluar la eficacia de las políticas de conservación medioambiental. Anne-Elisabeth Laques, geógrafa del paisaje de la UMR ESPACE-DEV, ha estudiado por ejemplo la eficacia de las áreas protegidas en el corazón de la selva amazónica. "Utilizando datos que analizan la cobertura forestal desde 2002 hasta 2016, nuestra colaboración transdisciplinar ha desarrollado un instrumento para medir la fragmentación de los bosques". Aunque algunas áreas protegidas están muy afectadas, en los estados brasileños de Mato Grosso y Pará en particular, estas medidas de conservación han contribuido a contener el deterioro de los bosques en el periodo  mencionado, antes de la elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil. A otra escala, la geógrafa también participó en la evaluación del programa "Bolsa Floresta" en una reserva de desarrollo sostenible en Brasil. "Esta subvención del gobierno brasileño a las familias de la reserva estaba condicionada por el cumplimiento de un plan de gestión destinado a limitar la deforestación vinculada a la agricultura familiar", explica Anne-Elisabeth Laques. Los datos recogidos por satélite mostraron que la gran mayoría de las familias cumplían el plan de desarrollo.

Un guarda forestal en Ecuador

A un nivel completamente diferente, a veces una sola persona puede marcar la diferencia. En el oeste de Ecuador, a lo largo de la costa del Pacífico, más del 80 % del bosque ha desaparecido para dar paso al ganado y a los campos de plátano o de palma aceitera. 

Anelio Loor, guarda de La Esperanza

© IRD - Thomas Couvreur

Bloc de texte

Es en esta región donde Anelio Loor, un ecuatoriano de 53 años, posee una pequeña parcela de apenas unas hectáreas que mantiene a salvo de la agricultura intensiva. Situada en la provincia de Manabí, a menos de 200 kilómetros al oeste de Quito, la reserva de "La Esperanza", como la llamó Anelio Loor, se halla en una pequeña colina por la que pasa un río. "En medio de esta reserva uno tiene la impresión de estar en una selva virgen", describe el botánico Thomas Couvreur, de la UMR DIADE, que conoció al agricultor durante una misión de muestreo de palmeras. "Allí se han observado cientos de especies animales y vegetales, algunas de ellas en peligro de extinción. Cuesta imaginar que a menos de 500 m de allí pasa una carretera".  Durante 23 años, sin apoyo financiero ni ayuda de ninguna ONG, Anelio Loor se ha dedicado en cuerpo y alma a la protección de este pedacito de naturaleza que compró con sus propios ahorros. Pero el ecuatoriano quiere ir más allá y convertir su reserva en una herramienta para la ciencia. "Anelio ha construido una estación de investigación para trabajar con botánicos y zoólogos y ha creado una infraestructura para acoger a estudiantes". Se están llevando a cabo varios proyectos, en particular en estrecha colaboración con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (Quito), para la que ya ha trabajado como parataxónomo especialista local en la recogida e inventariado de la biodiversidad sin formación científica o académica formalen el Parque Nacional Yasuní. "Anelio es una persona muy humilde pero apasionada y movida por el amor a la biodiversidad", continúa Thomas Couvreur. Este amante de la naturaleza busca activamente fondos para salvar de la deforestación un trozo de bosque adyacente a su reserva. Y así mantener viva "La Esperanza". 

La Esperanza en el corazón del bosque

¿La presión humana debida a la cercanía de la capital amenaza el Parque Nacional de Akanda, una zona natural protegida al noreste de Libreville (Gabón)?

© IRD - Hubert Bataille

Zonas (insuficientemente) protegidas

Ya sea por iniciativa pública o privada, en grandes extensiones o en unas pocas hectáreas, el área protegida (AP) es sin duda la herramienta más antigua para la conservación de la naturaleza. Y aún hoy sigue estando plenamente vigente. En los últimos años, el número y tamaño de las áreas protegidas se ha disparado. Hoy en día, representan casi el 16 % de las tierras del mundo y el 8 % de los mares. A pesar de ello, el declive de la biodiversidad sigue avanzando. "Las AP han resultado ser muy eficaces en zonas de gran diversidad biológica, pero su efecto a escala global no es tan marcado. Además, muchas zonas están protegidas sólo sobre el papel", dice el geógrafo Estienne Rodary, especialista en políticas de conservación de la biodiversidad y responsable del Departamento de Sociedades y Globalización del IRD. "Y es que a falta de normas y obligaciones legales, el impacto concreto en la conservación es escaso o nulo". 

El 30 % del espacio marítimo francés son zonas marinas protegidas, pero su distribución es desigual.

© IRD - Bastien Preuss

Bloc de texte

Un reciente estudio del CNRS sobre las áreas marinas protegidas (AMP) francesas corrobora lo anterior: aunque el 33,7 % del espacio marítimo francés está protegido, sólo el 1,6 % de esta superficie tiene un estatus jurídico que garantice una protección suficiente. Además, muchas áreas protegidas están situadas donde el contexto socioeconómico lo permite, lo que suele corresponder a zonas muy aisladas y/o poco pobladas. De hecho, el 80 % de las AMP francesas altamente protegidas se concentran en las Tierras Australes y Antárticas Francesas (TAAF), mientras que el litoral de la Francia continental está poco protegido y, por tanto, especialmente afectado por la sobreexplotación y la contaminación. Por lo tanto, es urgente cambiar los criterios utilizados para la creación de áreas protegidas, especialmente las marinas. No obstante, esa idea de encerrar a la naturaleza en una burbuja, a veces expulsando a los pueblos indígenas y otras comunidades que dependen de la tierra, ha quedado obsoleta hoy en día. "Las poblaciones locales deben participar política y económicamente en la creación de las áreas protegidas para evitar consecuencias sociales y la explotación ilegal de los recursos", dice Estienne Rodary. El reto actual está en gestionar los recursos naturales de forma sostenible para conciliar la conservación de la naturaleza y el desarrollo sostenible.

El cangrejo de las pinzas de oro

Este es el reto que se ha propuesto el proyecto Corecrabe en Madagascar. "Las poblaciones rurales de las costas malgaches suelen vivir en un contexto de extrema vulnerabilidad", apunta Marc Léopold, coordinador del proyecto y experto en pesca costera a pequeña escala de la UMR ENTROPIE. "Para algunos de ellos, la pesca del cangrejo de manglar es una fuente esencial de ingresos". 

El tamaño de los cangrejos capturados se sigue para evaluar los indicadores del estado de los recursos en las distintas zonas de producción y así orientar las decisiones reguladoras del esfuerzo pesquero.

© IRD - Marc Léopold

Bloc de texte

Pero actualmente la sobreexplotación de las poblaciones de cangrejos y la degradación de los manglares amenazan esta actividad. Para protegerla, en los últimos años se han adoptado nuevas normativas, como la prohibición total de la tala de manglares, la veda anual de la pesca y el aumento del tamaño mínimo de los cangrejos para su venta. "¿Son estas medidas eficaces, suficientes y legítimas? No dejan de plantear interrogantes sobre todo respecto a la gente pobre, para quien la pesca del cangrejo es una cuestión de supervivencia", recalca Marc Léopold. 

Como parte de una iniciativa colaborativa, un joven pescador explica los datos de pesca y venta que debe proporcionar a una joven que trabaja en la recolección comercial de cangrejos de manglar en un pueblo de Madagascar.

© IRD - Marc Léopold

Bloc de texte

Por eso, el proyecto Corecrabe pretende definir una nueva estrategia y herramientas para gestionar este recurso de forma sostenible. "Gracias a un enfoque que integra a todas las partes interesadas del sector – pescadores, operadores privados, investigadores, ONG y gobierno– estamos trabajando para diseñar mejores prácticas de gobernanza y gestión y así mejorar el rendimiento económico de esta actividad. Se trata de cuestiones complejas que deben abordarse mediante un enfoque de investigación innovador y colaborativo". 

Un pescador del estuario de Mangoky (suroeste de Madagascar) levanta una de sus balanzas de cangrejos, una técnica introducida en los años 80 para desarrollar la pesca de exportación y que está muy extendida en la actualidad.

© IRD - Marc Léopold

Bloc de texte

El mercado actual, que ha evolucionado hacia la venta de cangrejos vivos destinados a mercados extranjeros, principalmente China, tiene un alto valor añadido. Sin embargo, los pescadores y pequeños operadores consideran que los beneficios económicos locales son insuficientes. "Se está llevando a cabo un diagnóstico colectivo de la organización del sector, la normativa y los métodos de gestión local, así como el impacto socioeconómico para los hogares", cuenta el investigador. En cuanto al aspecto medioambiental, se concienciará a los pescadores y operadores sobre los límites de la regeneración biológica de las poblaciones de cangrejos y la relación entre las prácticas pesqueras y el manglar. En última instancia, el objetivo es que, gracias a una mejor gestión de un extremo a otro de la cadena, estas comunidades vulnerables puedan beneficiarse de este recurso sin degradar su entorno natural.

© IRD

El kit Mareco, o de cómo concienciar sobre la protección de los arrecifes de coral a través de los juegos.

El arrecife de coral en sus manos

No se puede proteger aquello que no se conoce. Por tanto, es esencial implicar a las generaciones más jóvenes en la protección del medioambiente. Con esta idea, Jocelyne Ferraris y Pascale Chabanet idearon el kit MARECO. Contiene varios juegos para concienciar a los niños de la escuela infantil y primaria sobre la protección de los arrecifes de coral. Baraja de las 7 familias, juegos de rol y láminas para colorear ayudan a estos futuros adultos a descubrir la riqueza de los arrecifes y los peligros que corren. Un estudio reciente analizó la representación de este ecosistema único por parte de los niños de varias escuelas de ultramar y Francia continental con diferentes orígenes socioculturales. "Comparamos los dibujos de arrecifes realizados por niños de segundo de primaria antes y después de dos meses de utilizar el kit ", explica Catherine Sabinot, etnóloga de la UMR ESPACE-DEV afincada en Nueva Caledonia. Los resultados muestran que los niños que tienen una experiencia habitual del arrecife tienen un conocimiento especialmente detallado del mismo. Además, los dibujos realizados al final de la experiencia con el kit muestran el aprendizaje alcanzado: "En particular, los niños utilizan más colores para representar los corales y los peces de los arrecifes. También es más habitual que dibujen restos y manchas de contaminación". Este kit educativo ha contribuido a mejorar la conexión de los niños con este frágil ecosistema y a concienciarlos de los peligros que lo amenazan. Este estudio refuerza la idea de que los dibujos de los niños pueden servir para evaluar el impacto de las campañas de concienciación.

Hacia una acuicultura marina sostenible en África

A una escala muy diferente, los ecosistemas marinos también están amenazados por la pesca industrial. Los volúmenes de pesca se han estancado en los últimos treinta años, principalmente a causa de la sobreexplotación. 

Tilapias rouges en bassins d'élevage intensif à Sumatra, en Indonésie

© IRD - Marc Legendre

Bloc de texte

Los productos de la pesca son una importante fuente de nutrientes para alimentar a una población mundial que sigue en aumento. Para responder a este problema, la acuicultura se ha desarrollado ampliamente. En la actualidad, la producción mundial de acuicultura iguala incluso a la de la pesca. Pero, al igual que la sobrepesca, el desarrollo intensivo de la acuicultura también tiene repercusiones en los medios acuáticos. Por ejemplo, los excrementos de los peces y los alimentos no ingeridos favorecen la eutrofización del medio: las algas se multiplican y la concentración de oxígeno del agua disminuye. Las especies criadas también pueden escapar a la naturaleza y convertirse en invasoras. Además, la alta densidad de peces en las piscifactorías facilita la proliferación de patógenos. Una solución es utilizar antibióticos, pero sus residuos provocan trastornos endocrinos en las especies acuáticas y contribuyen desarrollar la resistencia frente a los antibióticos. Por último, algunos peces de piscifactoría se alimentan con capturas de la pesca industrial… ¡El pez que se muerde la cola!

© Laurent Ballesta - Andromède Océanologie

Buceador equipado con un propulsor submarino para detectar ADN ambiental.

Catalogar el mundo silencioso

Inventariar la biodiversidad marina no es una tarea fácil. Durante mucho tiempo, los biólogos marinos tuvieron que conformarse con las capturas que les proporcionaba la pesca y luego con lo que veían al bucear para evaluar la diversidad de los organismos marinos. "Los resultados obtenidos por los buceadores son limitados", continúa David Mouillot, ecólogo marino de la UMR MARBEC y profesor de la Universidad de Montpellier. "En primer lugar, no son replicables y es difícil inventariar las especies más pequeñas, así como las más grandes". En los últimos años, la tecnología ha aportado una solución a estos obstáculos. Para inventariar el mundo silencioso se utilizan ahora sistemas de vídeo submarino, robots, drones e inteligencia artificial. Pero la estrella del momento es sin duda el ADN ambiental. "Es una técnica del futuro", afirma entusiasmado el biólogo. "El análisis del ADN permite hacer rápidamente un inventario exhaustivo totalmente independiente de las condiciones ambientales, como la turbidez del agua o la luminosidad". Todas las especies vegetales y animales, grandes o pequeñas, raras o ubicuas, dejan rastros de ADN en el medio acuático, incluso algunos animales terrestres. Para gran disgusto de los animales acuáticos más raros y sigilosos, que ya no pueden escapar de los biólogos marinos.

Bloc de texte

AfriMAQUA pretende abordar todos estos retos que enfrenta la acuicultura marina en un continente donde esta actividad está aún muy poco desarrollada: África. "El objetivo de este grupo de investigación es desarrollar una acuicultura sostenible mediante el intercambio de conocimientos, el desarrollo de capacidades y la puesta en común de los esfuerzos de investigación", afirma María Darias, coordinadora científica de la red. AfriMAQUA ya reúne a equipos de Senegal, Costa de Marfil, Namibia, Sudáfrica, Tanzania, Kenia y Mauricio. 

Recogida de tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus) cultivada en agua de mar en una granja experimental en la comunidad de apoyo mutuo Kibokoni Umoja, Kilifi creek, Kilifi County, Kenia

© Kenya Marine and Fisheries Research Institute - David Mirera

Bloc de texte

Todos ellos buscan desarrollar juntos una alimentación sana y sostenible para las especies producidas y promover sistemas de cría respetuosos con los ecosistemas, como la acuicultura multitrófica integrada (AMTI). "La AMTI imita el entorno natural mediante la cría de varias especies. Por ejemplo, podemos combinar peces con mejillones y algas que reciclarán el agua de la piscifactoría alimentándose de los residuos de los peces", explica la investigadora. Los mariscos y las algas además son nuevos recursos económicos. Y este sistema de acuicultura no es intensivo: el número de especies criadas en el mismo tanque es reducido, lo que mejora su bienestar y su salud. Más allá de la sostenibilidad de la acuicultura marina, el aspecto nutricional de las especies cultivadas también es importante en África. Algunas poblaciones vulnerables, especialmente los niños y las mujeres embarazadas, sufren carencias, sobre todo de oligoelementos, vitaminas y ácidos grasos esenciales. Para hacer frente a este reto, se ha iniciado recientemente una asociación interdisciplinaria e intersectorial entre Sudáfrica y Francia. "Uno de los objetivos es tener en cuenta la calidad nutricional de las especies producidas para compensar estas carencias", explica la nutricionista de peces. Esta colaboración busca además promover una economía circular a través del proyecto Nutritious. "Los subproductos de la pesca y la acuicultura, como las espinas y los despojos de pescado, pueden reciclarse para el consumo humano y/o la alimentación animal". Con el tiempo, los resultados de este trabajo en Sudáfrica se compartirán con otros países africanos, principalmente a través de AfriMAQUA. De este modo, contribuirán a extender este enfoque de acuicultura sensible a la nutrición y a reforzar la seguridad alimentaria y nutricional del continente.

Luchas convergentes

CoreCrabe o AfriMAQUA son iniciativas que ayudarán a alcanzar el objetivo del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de vivir en armonía con la naturaleza para 2050. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. 

El sorgo, uno de los principales cultivos alimentarios de África, ya está sufriendo las consecuencias del calentamiento global

© IRD - Marianne Donnat

Bloc de texte

El 5e informe "Perspectiva mundial sobre la diversidad biológica" de la ONU publicado en 2020 por el CDB, hace un sombrío balance de la década de la ONU para la biodiversidad. Ninguna de las veinte Metas de Aichi fijadas en 2010 en Nagoya para proteger la naturaleza se ha alcanzado plenamente y la erosión de la biodiversidad continúa. No obstante, ya no se cuestiona su importancia para garantizar la seguridad alimentaria de la población mundial a largo plazo y limitar la aparición de futuras pandemias. Pero el tiempo se acaba. "Si no se toman acciones ambiciosas de aquí a 2030, el daño a la biodiversidad será irreversible o el coste de la restauración de los ecosistemas para las sociedades será demasiado grande", advierte Yunne Shin. Junto con un grupo de expertos encargado por Future Earth, una red mundial de científicos para el desarrollo sostenible, la bióloga participó en la redacción de un artículo de opinión en la revista Science que propone nuevos objetivos que tienen más posibilidades que los de Aichi de proteger la diversidad biológica y los ecosistemas de forma integral. Esto es lo que está en juego en la COP15, que finalmente se celebrará del 11 al 24 de octubre de 2021 en Kunming (China): definir una estrategia audaz para preservar la biodiversidad en la próxima década. 

El aumento del nivel del mar en el Pacífico tendrá graves consecuencias para muchas islas, la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.

© IRD - Olivier Dangles - François Nowicki / Une Autre Terre

Bloc de texte

Sean cuales sean estos objetivos, deben tener en cuenta los efectos del cambio climático que ya está afectando al deterioro de la biodiversidad y pronto se convertirá en el principal factor de su erosión. "Afortunadamente, en líneas generales, las palancas son las mismas ya sea para combatir la pérdida de biodiversidad, mitigar el cambio climático o alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible: reducir el consumo excesivo, acabar con el desperdicio de alimentos y reducir la proporción de carne en las comidas, desarrollar la agroecología, luchar contra la deforestación y restaurar los ecosistemas costeros", tranquiliza Yunne Shin. Por ejemplo, a nivel mundial, alrededor del 11 % de las emisiones de CO2 proceden de la deforestación y la degradación de los bosques. Por lo tanto, la reducción de la deforestación no sólo tendría un impacto en la pérdida de biodiversidad, sino también en las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Otro ejemplo: aproximadamente un tercio de los alimentos producidos cada año se desperdicia. La lucha contra el desperdicio alimentario permitiría, entre otras cosas, reducir el consumo de agua, preservar la tierra para la agricultura y reducir así la producción de GEI. Actualmente se está preparando un informe conjunto del IPCC y la IPBES sobre los retos comunes de la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático.

Bloc de texte

Durante la COP15 se abordarán otros temas sensibles, como la protección del 30 % de los espacios naturales para 2030, tal y como plantean varias ONG y la Coalición de Alta Ambición para la Naturaleza y las Personas coordinada por Francia y Costa Rica. Pero siguen existiendo serias dudas sobre la pertinencia de esta iniciativa, incluidos sus costes, sus beneficios probados y su aplicación práctica. "La creación de áreas protegidas no responde a los retos del cambio climático o la contaminación", añade el geógrafo Estienne Rodary, que se pregunta si este modelo de conservación no está ya obsoleto. "¿Proteger una parte del planeta significa que podemos deteriorar el resto?". No obstante, los países en desarrollo parecen estar dispuestos a aceptar el principio del 30 % de áreas protegidas si se conceden compensaciones a nivel de soberanía. En concreto, piden que se tenga en cuenta la información digital de secuencias, o Digital Sequence Information (DSI) en el Protocolo de Nagoya de la misma manera que los recursos genéticos. También se abordará la protección de la biodiversidad marina fuera de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE). Pero la cuestión principal seguirá siendo la extensión del tema de la biodiversidad a todos los ámbitos. "Al igual que el clima, la biodiversidad debe integrarse en todos los ámbitos de la acción política", considera  Estienne Rodary. Aunque las soluciones son locales y dependen de las diferentes condiciones y necesidades, es necesario actuar a escala mundial para detener el declive de la biodiversidad, con la esperanza de que el ser humano pueda vivir en armonía con la naturaleza en 2050.


 

© IRD

Bloc de texte

"Biodiversité au Sud – Recherches pour un monde durable", una publicación del IRD (en francés o en inglés), accesible a un amplio público y profusamente ilustrada, coordinada por un comité científico de más de 40 investigadores.

En el mundo de hoy, que se enfrenta al cambio climático y a pandemias como el Covid-19, relacionadas con el deterioro de los entornos naturales, ¿cómo contribuye la investigación para la conservación de la naturaleza?

Descubre los principales retos de la conservación de la biodiversidad a través de 25  investigaciones multidisciplinares llevadas a cabo por investigadores del IRD y sus socios. 

  • Fixer des objectifs ambitieux en matière de biodiversité et de durabilité
    Sandra Díaz, Noelia Zafra-Calvo, Andy Purvis, Peter H. Verburg, David Obura, Paul Leadley, Rebecca Chaplin-Kramer, Luc De Meester, Ehsan Dulloo, Berta Martín-López, M. Rebecca Shaw, Piero Visconti, Wendy Broadgate, Michael W. Bruford, Neil D. Burgess, Jeannine Cavender-Bares, Fabrice DeClerck, José María Fernández-Palacios, Lucas A. Garibaldi, Samantha L. L. Hill, Forest Isbell, Colin K. Khoury, Cornelia B. Krug, Jianguo Liu, Martine Maron, Philip J. K. McGowan, Henrique M. Pereira, Victoria Reyes-García, Juan Rocha, Carlo Rondinini, Lynne Shannon, Yunne-Jai Shin, Paul V. R. Snelgrove, Eva M. Spehn, Bernardo Strassburg, Suneetha M. Subramanian, Joshua J. Tewksbury, James E. M. Watson, Amy E. Zanne, Set ambitious goals for biodiversity and sustainability, Science, 22 octobre 2020 ; doi: 10.1126/science.abe1530

     

    Les objectifs de biodiversité pour l'après-2020 doivent tenir compte du changement climatique
    Almut Arneth, Yunne-Jai Shin, Paul Leadley, Carlo Rondinini, Elena Bukvareva, Melanie Kolb, Guy F Midgley, Thierry Oberdorff, Ignacio Palomo, Osamu Saito, Post-2020 biodiversity targets need to embrace climate change, PNAS, 8 décembre 2020 
    doi: 10.1073/pnas.2009584117

     

  • Simon Pierrefixe


Encuentre el archivo completo en formato PDF