La migración intraafricana, como en este caso en Etiopía, siempre ha existido y ha contribuido a configurar el continente

© Grant Rooney - Alamy banque d'images

Migraciones africanas: más allá de las fronteras

Resumen

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Updated 28.03.2022

La migración ocupa un lugar desproporcionado en los debates políticos europeos, sobre todo teniendo en cuenta su peso demográfico. De los 8,4 millones de migrantes de África Occidental, menos del 10 % se dirige a Europa.En África siempre ha existido la migración local, ya sea del campo a la ciudad, de una región a otra, o de un estado a otro, configurando los paisajes y las ciudades y transformando las sociedades.
¿Cómo y por qué emigraban y emigran actualmente las personas en África? Si bien la salud es uno de los motivos para migrar, también puede verse deteriorada. ¿A qué otros obstáculos se enfrentan los migrantes? ¿Qué aporta la migración a los países que la reciben, ya sea en el continente africano u otros lugares?
Gracias a los estudios realizados, los investigadores del IRD y sus colaboradores han podido trazar un retrato inédito y sin prejuicios de las migraciones africanas.

 

 

Pintura rupestre en la cordillera de Akakus, Libia. Las figuras representadas atestiguan la evolución del clima en esta región casi desértica y la presencia humana a lo largo del tiempo.

© IRD – Christian Leduc

Migraciones, intercambios y transformaciones de antaño

Hace varios millones de años, varios linajes humanos abandonaron África y poblaron otros continentes. Los prehistoriadores hablan de varias salidas de África en distintas épocas. Considerado como la cuna del ser humano moderno, el continente africano ha visto cómo evolucionaban sociedades y paisajes con las sucesivas oleadas migratorias. A diferentes escalas espaciales y temporales, hay muchos ejemplos de movilidad que proporcionan información sobre las transformaciones del continente.

 

Mapa de las familias lingüísticas africanas. Las lenguas bantúes se extienden desde Camerún hasta Sudáfrica.

© Library of Congress Geography and Map Division - Wikipedia

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Al estudiar las lenguas de África central y meridional, los investigadores pudieron evidenciar una importante migración. Hace más de 2000 años, los habitantes de África Central comenzaron a desplazarse hacia el este y el sur. Esta importante migración, conocida como "expansión bantúSerie de migraciones de hablantes de protobantú, origen de la familia lingüística bantú, que actualmente engloba más de 400 lenguas que se hablan en unos 20 países del sur de África", y que dio origen a las lenguas actuales de la región, duraría hasta el siglo XVIII. ¿Cómo se estructuró?

 

 

Reconstrucción de un poblado de la Primera Edad del Hierro en Camerún, en torno al año 200 a.C.

© Éric Lebrun

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"Estas migraciones forman parte de una dinámica social particular", explica Geoffroy de Saulieu, arqueólogo de la UMI Paloc. "En estas organizaciones de linajeFundadas a partir de todos los descendientes de un ancestro común, el poder es monopolizado por los primogénitos, que controlan en particular el patrimonio necesario para contraer matrimonio. Pues es muy común que el pretendiente tenga que pagar una gran suma de dinero a los futuros suegros: es lo que se llama el ‘precio de la novia’ y lo que los africanos llaman hoy la ‘dote’. Los últimos hijos de estos linajes no tienen recursos para evolucionar socialmente: o aceptan no formar un hogar o se rebelan y abandonan la familia. Según la tradición oral de las sociedades africanas, los fundadores de nuevos linajes serían ‘benjamines’ que se separaron de su familia de origen, llegando incluso en ocasiones a raptar a las mujeres de sus vecinos para obligarlas a crear un nuevo linaje; igual que los primeros romanos, que, según la leyenda, secuestraron a las mujeres sabinas para fundar Roma". 

 

Transformación social y geográfica

Estas poblaciones, oriundas del actual Camerún, transformaron el paisaje a medida que se desplazaban. Su modo de subsistencia era principalmente agrícola y la preferencia por ciertos árboles frutales, como la palma de aceite, modificó gradualmente la estructura del suelo y de los paisajes forestales.

Una vez asentados, los linajes se agruparon en aldeas y se sedentarizaron. Debido a su dinamismo social y demográfico, algunas aldeas se convirtieron en ciudades, y luego en capitales, como Mbanza-Kongo, capital del Reino del Congo. La vida urbana se desarrolló y los linajes se asociaron para extender su dominio, creando nuevos reinos y, a veces incluso, formas de imperio.

© Headley & Johnson 1889, p. 347

Nyanga Maniéma, pueblo precolonial de los luba en la República Democrática del Congo a finales del siglo XIX.

¿Acaso las mujeres no participaron en estos movimientos? Sí, iban pasando de un linaje a otro. "En el siglo XIX, el 30 % de las mujeres del oeste de Camerún procedían de una etnia diferente a la de su familia", añade Geoffroy de Saulieu. "¡Es un porcentaje muy alto! Nos imaginamos África como un continente antiguo, que no se mueve, que no evoluciona, pero estos movimientos probablemente hayan ocurrido desde la prehistoria temprana, hace más de 10 000 años, aunque no hayan dejado ningún rastro arqueológico". 


Poder sobre las personas

Otro ejemplo de desplazamiento lo encontramos más al norte, en el actual Malí, donde los movimientos de ciertas poblaciones eran también de larga duración. Los tuaregs, grupos de pastores nómadas, abandonaban cada año el lugar en el que vivían en busca de pastos durante la temporada de lluvias, entre junio y septiembre. Recorriendo distancias de entre 100 y 200 kilómetros, llevaban a sus rebaños de cabras, ovejas y ganado hacia el norte, donde los pastos eran abundantes y de buena calidad, pero solo durante esta época del año.
En estas regiones, las fronteras como tales no existían: el poder no se ejercía sobre los espacios sino sobre las personas. Así, hasta la conquista colonial iniciada a finales del siglo XIX, los grupos sociales subordinados pagaban un impuesto –o tributo– a las familias que ostentaban la autoridad política, las jefaturas. Para liberarse de esta tutela, o bien conseguían invertir el equilibrio de poder, o bien se marchaban y trataban de encontrar medios para subsistir por su cuenta en otra parte. "La noción de 'límite' existía", afirma Charles Grémont, historiador de la UMI LPED. "Pero dependía del reconocimiento político de las poblaciones vecinas. Los territorios resultantes eran flexibles y cambiaban más o menos rápidamente. Las zonas de residencia, que eran los lugares donde vivían estas poblaciones en la estación seca, también cambiaban por razones políticas y económicas".  

 

 

Tuaregs en el río Níger en la zona de Bamba.

© Dessin de J.-M. Bernatz au cours du voyage de Heinrich Barth - 1854.

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Por ejemplo, la centralidad del poder de los tuaregs Iwellemmedan evolucionó desde el siglo XVII hasta el XIX, desde la zona de Tombuctú hasta la región de Ménaka, situada a más de 500 km al este. La mayor abundancia de pastos debido a unas condiciones climáticas más favorables atraía a la población a esta región. Los conflictos entre jefaturas también empujaban a los pastores a emigrar. "Con las ciudades saharianas, que son núcleos intelectuales y comerciales, pasaba algo similar. Podían abandonarse por razones climáticas, como la desecación de una capa freática, pero también en caso de desencuentros y conflictos entre los clanes que vivían en ellas", explica el historiador.


¿Fronteras artificiales?

A finales del siglo XIX, los franceses colonizaron el actual Malí avanzando de oeste a este y de norte a sur.  Tombuctú fue tomada en 1894, y Gao en 1899. Los franceses se apoyaron en las jefaturas –que pretendían defender sus intereses– para trazar con ellas las nuevas fronteras del poder. Se mantuvieron así las divisiones políticas preexistentes, solo que ahora estaban establecidas por convención y claramente delimitadas en los mapas. Así pues, las fronteras creadas por la administración colonial no son tan artificiales como se cree. Se basan en distinciones preexistentes, a menudo de competencia, entre diferentes grupos sociales.

 

 

© Hourst (Lieutenant de vaisseau), Sur le Niger et au pays des Touaregs. La mission Hourst, Paris, Plon, 1898.

Los tuaregs se cruzan con la misión de exploración del teniente Hourst, entre Bamba y Gao, en 1896.


Aunque las líneas divisorias no se trazaron al azar, sí fue una invención colonial la inclusión de todas ellas en un único "cerco" (como lo llamaban los tuareg), dando lugar a lo que será la futura frontera del Malí independiente. Los desplazamientos entre las distintas subdivisiones coloniales se vieron obstaculizados. Si bien no estaban completamente prohibidos, sí que se controlaban. Si los pastores se desplazaban sin tener un permiso de trashumancia, se arriesgaban a ser multados por encontrarse en la ilegalidad.

El poder colonial transformó así la organización del poder, que ya no se ejercía sobre las personas sino principalmente sobre un territorio. Esta lógica de Estado, que obstaculizaba los desplazamientos esenciales de los pastores nómadas, generó muchos conflictos con las poblaciones. "Aunque las fronteras coloniales se basaran en divisiones locales preexistentes, imponían una legislación idéntica a poblaciones que no compartían necesariamente la misma historia ni la misma cultura, sin tener en cuenta sus particularidades", explica Charles Grémont.

Antiguas esclavas a la fuga

Paralelamente al establecimiento de las fronteras, la administración colonial abolió la esclavitud en 1905 en la mayor parte del África Occidental francesa. La esclavitud era aún común en esta región en el siglo XIX, donde la economía se basaba esencialmente en el trabajo de los esclavos. Una vez libres, algunos de estos individuos consiguieron salir de sus aldeas de Malí para crear nuevas comunidades, sobre todo en Senegal: desbrozaron las tierras alrededor del futuro ferrocarril o se dedicaron al cultivo de cacahuetes, que estaba en auge en aquella época. Este último ejemplo de migración sirve para poner de manifiesto el papel de las mujeres en estos movimientos. "Las mujeres han sido a menudo invisibilizadas porque la migración se ha asociado durante mucho tiempo a los hombres", afirma Marie Rodet, historiadora de la School of Oriental and African Studies (SOAS) de la Universidad de Londres. "Pero fueron muy activas durante este periodo para escapar de las situaciones que las oprimían. En particular, recurrieron a los tribunales coloniales para liberarse de sus amos".  

 

© Collection Général Fortier.

Tarjeta postal de 1910 con un tribunal indígena en Sudán.


Así pues, las mujeres sometidas a la esclavitud no dudaban en abandonar sus hogares y acudir a la justicia colonial para obtener el divorcio de sus maridos, que eran en muchos casos sus amos. Hasta los años 1920, la administración concedió a las mujeres la nulidad de los matrimonios y permitía estas separaciones. Pero más tarde, los tribunales no fueron tan benévolos: la marcha de las mujeres ponía en peligro el orden social y, por tanto, colonial. El abandono del domicilio conyugal pasó a ser un delito y los matrimonios ya no podían anularse. A pesar de ello, las mujeres no dudaron en abandonar a sus "maridos", motivo por el que algunas acabaron en la cárcel.

Las mujeres, como en esta aldea de Bouillagui (Malí), contribuyen a mantener el vínculo social, favoreciendo la integración de los migrantes y la evolución de las sociedades.

© John Kalapo

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Cuando conseguían marcharse, las mujeres seguían desempeñando un papel fundamental en el mantenimiento del nexo social entre la región de acogida y la de origen. Se movían entre las distintas zonas, manteniendo vivas las relaciones al viajar por ejemplo para asistir a ceremonias. Entre Senegal y Malí, estas fuertes relaciones tejidas a través de la migración garantizan una conexión intergeneracional entre los dos países. "Las oleadas migratorias tienen carácter acumulativo: las familias se asientan y luego se suman otras. Hay muchos matrimonios entre las poblaciones anfitrionas y las poblaciones de origen. La implicación de las mujeres y su movilidad contribuyen a la integración de estas comunidades en los países de acogida y a la transformación de estas sociedades en su conjunto", concluye la investigadora.  

Lejos de la imagen de un África inmóvil, estos ejemplos ponen de relieve los cambios sociales y geográficos provocados por los desplazamientos que han tenido lugar en el continente desde hace miles de años. Estos movimientos de población no solo continuarán, sino que se intensificarán a lo largo de los siglos XX y XXI.

 

 

Punto de control entre Sudáfrica y Mozambique.

© Andrew Ashton - Wikipedia

Políticas migratorias cada vez más restrictivas

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 1970, los países europeos en pleno auge económico reclutaron masivamente mano de obra en el extranjero, especialmente en algunos países africanos. Pero, en cuanto se produjo la primera crisis del petróleo en 1973 con sus desastrosas consecuencias para la economía, los Estados impusieron restricciones para la entrada de extranjeros no europeos y querían que los que estaban volvieran a sus países de origen. Estos límites a la inmigración se fueron estableciendo poco a poco: hasta mediados de los años 1980, muchos inmigrantes africanos podían entrar legalmente en algunos países europeos, lo cual se volvió cada vez más difícil a partir de los años 1990. Por ejemplo, los senegaleses podían entrar en Francia sin visado hasta 1986 y en Italia hasta 1990. Esta tendencia restrictiva fue también resultado de la creación en 1955 del espacio Schengen, zona de libre circulación dentro de la Unión Europea: la apertura de las fronteras intraeuropeas supuso un mayor control de las fronteras exteriores.

© IRD - Jacques Vaugelade

Un emigrante de Senegal vuelve "triunfante” a la tierra de los mossi con una bicicleta, una mochila nueva, etc.

Externalización de fronteras

Este giro en la política migratoria europea se enmarca en un contexto internacional de seguridad migratoria. "En Europa, el cierre de fronteras y la externalización de las políticas migratorias son responsabilidad de los Estados más que de la Unión Europea", apunta Delphine Perrin, jurista y politóloga de la UMI LPED. "Son ellos los que adoptan políticas bilaterales con los Estados africanos con el fin de limitar los desplazamientos antes de que se produzcan y facilitar la readmisiónConvenios con terceros países para que "readmitan" en su territorio a sus nacionales sometidos a procedimientos de expulsión.."

Desde finales de la década de 1990, la Unión Europea intenta comunitarizar su política migratoria. En 1999, la UE elaboró una lista común de países cuyos nacionales necesitan un visado para para entrar en el espacio Schengen. En 2009, se creó la tarjeta azul europea, equivalente a la "tarjeta verde" estadounidense, para los trabajadores no europeos altamente cualificados. Para aquellos que no entran en esta categoría –agrupación familiar, trabajadores no cualificados–, cada vez resulta más difícil establecerse en Europa.

Al mismo tiempo, la Unión Europea intenta externalizar su política migratoria, haciendo que el control de las fronteras europeas recaiga en los propios Estados africanos. Para ello, concluye acuerdos de asociación con varios Estados africanos que les imponen obligaciones en materia de control migratorio y que paulatinamente condicionan la cooperación económica y comercial, etc. a los esfuerzos que realicen en este sentido.

 

Cartel contra la inmigración ilegal a Europa en Níger.

© IRD - Florence Boyer

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Por otra parte, en 2000 se adoptó en Palermo la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional. En un protocolo adicional, los 147 países firmantes se comprometieron a luchar contra el "tráfico ilícito de migrantes" mediante la adopción de leyes específicas. Declaran tener como objetivo la eliminación de las redes y sancionar la economía que rodea el "tráfico".

"En general, la legislación migratoria de los Estados africanos no se había modificado desde los años 60 en el Magreb o los 80 en el caso de África Occidental", explica Delphine Perrin. "Algunos países ni siquiera contaban con una. Tras el Protocolo de Palermo del año 2000 y por presión de la Unión Europea, los países del Magreb, sobre todo, adoptaron una legislación represiva contra las personas que cruzaban o intentaban cruzar sus fronteras de manera ilegal. Pero las primeras víctimas de estas leyes fueron los nacionales de estos Estados y los habitantes de los países vecinos, dando lugar por ejemplo al arresto en Túnez de marroquís con destino a Libia por intento de emigración irregular. Esto ha provocado conflictos entre los países, sobre todo en la década 2000".

 

Bloqueo de carreteras

En 2015, en medio de lo que los europeos denominan "crisis migratoria"–con la llegada masiva de sirios como consecuencia de la guerra civil y la marcha de africanos de Libia por el agravamiento de los conflictos internos– la Cumbre de La Valeta sobre Migración, celebrada entre la Unión Europea y los Estados africanos, creó un fondo fiduciario de emergencia "destinado a generar estabilidad y a abordar las causas profundas de la migración irregular y de los desplazamientos de personas en África". Con una dotación de 4.852,5 millones de euros a finales de 2020, el fondo financia proyectos de cooperación policial y ayuda al desarrollo, así como el apoyo a los refugiados internos y externos.

 

La Oficina Internacional para las Migraciones (OIM) abrió un centro de recepción y tránsito de migrantes en Niamey (Níger) en 2016.

© Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, Flickr.

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"A cambio, los Estados africanos se encargan de interceptar las rutas migratorias", señala Florence Boyer, geógrafa y antropóloga de la UMI URMIS. "En 2015, Níger recibió el apoyo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) para adaptar su nueva legislación al Protocolo de Palermo. Níger es el principal beneficiario del fondo en África Occidental. El Estado castiga ahora el transporte de migrantes no nigerianos que pretenden cruzar la frontera ilegalmente. El objetivo es poner freno al transporte de personas a Argelia y Libia. La legislación ha sido bastante eficaz en este sentido".  


Un año después de su elaboración, la ley comenzó a aplicarse en los últimos días de agosto de 2016: la policía nigeriana detuvo a 137 personas e incautó un centenar de vehículos en la ciudad de Agadez, el punto de salida de los migrantes hacia Libia y Argelia. Sin embargo, durante años, convoyes de vehículos con hasta 35 personas cada uno habían estado cruzando el desierto bajo control policial. Una de las tareas de estos funcionarios era comprobar que los conductores cumplían la normativa y pagaban los impuestos aplicables al transporte de pasajeros. La legislación actual está generando tensiones en la región.

La consecuencia inevitable es que las rutas migratorias, lejos de desaparecer, siguen existiendo, con la diferencia de que cada vez son más peligrosas. "Hoy en día, cada coyote viaja solo, sin convoy", continúa la investigadora. "Evitan las ciudades donde hay muchos controles: viniendo de Zinder, en el sur, atraviesan el desierto del Teneré hacia el norte sin pasar por Agadez, lo cual es muy peligroso. Así que ya no se detienen en los puntos de agua donde les espera la policía: dejan a los migrantes en el desierto, van a por agua y luego vuelven a buscarlos. Por lo tanto, los viajeros se arriesgan a que pueda haber una avería o a que el coyote los abandone. Se ha destruido el sistema que hacía que estos viajes fueran seguros".  

 

© IRD – Julien Brachet

Migrantes con destino a Libia en el desierto del Teneré

La migración continúa

¿Ha logrado la política restrictiva europea sus objetivos? El estudio "Three sub-Saharan migration systems in times of policy restriction", publicado en 2020, muestra que la migración entre el África subsahariana y la Unión Europea continúa. La probabilidad de emigrar no ha disminuido, sino que las trayectorias de los emigrantes han cambiado porque, como en el ejemplo nigeriano, adoptan otras estrategias para conseguir sus fines.

Así, se trasladan a nuevos países de destino cuando las políticas migratorias de los países de acogida tradicionales se vuelven más estrictas. Cada vez más senegaleses, que antes iban a Francia, han decidido dirigirse a España e Italia, donde las condiciones de acceso al territorio son más fáciles y hay mayores oportunidades de empleo. Además, los investigadores han observado que los individuos tienden a adoptar nuevas estrategias como resultado de las dificultades para obtener un visado. Por ejemplo, solicitan visados de estudio, viajan sin documentos o solicitan asilo al llegar a su destino, mientras que antes les resultaba más fácil emigrar como trabajadores o en el marco de una reagrupación familiar. Por último, la adopción de políticas migratorias cada vez más restrictivas ha hecho que menos personas regresen a sus países de origen.

Quedarse

"Los responsables políticos han querido poner barreras para evitar la emigración, pero el efecto ha sido lo contrario: los emigrantes ya no vuelven a casa", afirma Marie-Laurence Flahaux, demógrafa de la UMI LPED y autora del estudio. "Por ejemplo, los senegaleses que venían a Francia a trabajar regresaban unos años más tarde a su país, donde habían dejado a sus familias. Tenían la posibilidad de volver a Francia en caso necesario para trabajar de nuevo. Hoy en día, los migrantes sopesan la pertinencia de volver a su país de origen en función de la situación que allí les espera, pero también de las posibilidades de volver a Francia después. Ahora bien, las condiciones para desplazarse son tan difíciles que prefieren quedarse permanentemente en el país de acogida".   

 

 

La intención de permanecer en el país de destino durante menos de diez años disminuyó significativamente entre 1975 y 2008.

© Cris Beauchemin, Marie-Laurence Flahaux et Bruno Schoumaker .

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Estas dificultades de circulación también conducen a situaciones de "inmovilidad involuntaria", en las que las personas a veces permanecen varios años en un país de tránsito –Marruecos o Argelia, por ejemplo– antes de poder salir. Viajar por rutas migratorias cada vez más difíciles aumenta el coste del viaje.

Por tanto, las nuevas políticas migratorias han trastocado las trayectorias y situaciones de los individuos, pero no han logrado su objetivo de reducir la migración entre África y Europa.

 

 

La excepción camerunesa

La gran mayoría de los Estados africanos, salvo Camerún, han reforzado su arsenal jurídico contra la inmigración ilegal. Es una excepción en el continente. Desde su independencia en 1960, la libre circulación ha sido la norma. Dentro de la zona de la CEMAC (Comunidad Económica y Monetaria de África Central), formada por seis países –Camerún, República Centroafricana, Congo-Brazzaville, Gabón, Guinea Ecuatorial y Chad–, Camerún fue el primero en reconocer el pasaporte CEMAC, que permite viajar sin visado dentro de la subregión. "El Jefe de Estado, responsable de la política migratoria, tiene un discurso abiertamente optimista sobre el tema", explica Christelle Bikoi, investigadora del Centro Nacional de Educación de Camerún. "Camerún quiere ser un país abierto, una tierra de refugio para aquellos que lo necesitan. Tanto es así que el Estado ha puesto en marcha una política de acogida de refugiados procedentes de las zonas de conflicto de Níger, la República Centroafricana y Chad. Son muy numerosos en el país". Debido a su política migratoria especialmente flexible, el Estado camerunés se enfrenta también a una importante emigración de sus jóvenes, sobre todo estudiantes, hacia los países occidentales, así como a algunos países africanos como Senegal, Argelia y Sudáfrica.

 

"Taxi-brousse" entre Tahoua y Garin Bayou, Níger

© IRD – Florence Boyer

Emigrar, una aventura

"Fui a la aventura", "soy un aventurero " o "salí a buscarme la vida, a encontrarme a mí mismo" son algunas de las expresiones utilizadas por los migrantes africanos para describir su experiencia migratoria. "Estas expresiones recurrentes nos hablan de sus aspiraciones y su deseo de experimentar nuevas formas de vivir y de ser, menos limitadas, más intensas, más dignas. La autorrealización prima sobre el proyecto económico. La aventura se convierte así en una forma de vida ", subraya Sylvie Bredeloup, socio-antropóloga de la UMI LPED.

 

Les Sénégalais rêvent-ils de moutons électriques ?

Réalisation : Casey Andrews et Enzo Fasquelle. Conseillère scientifique : Sylvie Bredeloup

 

Individualismo y solidaridad

Hace poco que los investigadores de la migración tienen en cuenta la migración de aventura. En los años 1960, las investigaciones sobre migración fueron llevadas a cabo por científicos que vivían principalmente en países occidentales, a partir de las realidades que se encontraban en las grandes ciudades de los países de acogida: migrantes africanos de origen humilde, generalmente agricultores en sus países, que habían pasado a ser obreros y se alojaban en residencias. Se destacaba la noción de solidaridad entre los inmigrantes y sus países de origen, su intención de reinvertir el dinero conseguido en el desarrollo de su región.

 

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Entrevista con Harouna en Senegal: "Me fui a la aventura para aprender, hacerme rico y esas cosas".

Extracto de "Palabras de viaje", instalación presentada por Gilles Balizet, Sylvie Bredeloup, Charles Grémont (IRD, LPED) y Ludo Mepa (Les Obliques, la Disquette) con motivo de la Noche Europea de los Investigadores, Aix-en-Provence, 2021.

 


"Estos investigadores tenían una visión europea de la migración", añade Sylvie Bredeloup. "La investigación actual ha matizado estas ideas. En primer lugar, la movilidad era y sigue siendo intraafricana. Y, en segundo, no son los más pobres los que se van. Para marcharse, hay que contar con un capital económico, cultural o relacional. Por último, la emigración debe permitir a las personas regresar a sus países habiéndose desarrollado personalmente, pero también con la capacidad de respaldar los proyectos de sus familiares, que es la única manera de labrarse un prestigio. Por lo tanto, no existe una oposición definitiva entre individuos y comunidades en el panorama migratorio africano, sino la conformación de procesos complejos, híbridos y evolutivos, donde se entrelazan los destinos individuales y colectivos".

Testimonio: el viaje maltrecho de Bamadi

 

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Bamadi, un joven maliense de Kita, tuvo que regresar a casa tras un ataque de bandas armadas en Trípoli donde resultó herido. Su testimonio es recogido en un video que se enseña a los jóvenes malienses en el marco de un programa de investigación dirigido por Sandrine Mesplé-Somps y Björn Nilsson.


Lo anterior se ve confirmado por una reciente encuesta realizada por los economistas Sandrine Mesplé-Somps y Björn Nilsson a 2000 hombres jóvenes del círculoSubdivisión administrativa maliense formada por varios municipios, con personalidad jurídica y autonomía financiera. de Kita en Malí. Al 60 % de los encuestados les gustaría marcharse, la mitad de entre ellos a otra parte de Mali, el 22 % en el continente africano y el 18 % fuera de África. Asimismo, dos tercios de los aspirantes a emigrantes indican que su proyecto migratorio es principalmente personal y no quieren que sus familias lo sepan.


Obstáculos en el camino

Los investigadores insisten en la idea de que los emigrantes tienen, ante todo, un papel activo, y no pasivo, en su viaje. Su personalidad y sus capacidadesPosibilidad efectiva que tiene un individuo de elegir diferentes "maneras de funcionar", como por ejemplo, alimentarse, moverse, formarse, participar en la vida política... evolucionan a lo largo de su trayectoria, que es mucho más larga y compleja que antes. "Para comprender los factores de integración en los países europeos, no sólo hay que estudiar la situación de los candidatos a la emigración en los países de origen, sino también tener en cuenta todas las transformaciones que se producen durante la migración", afirma Nelly Robin, geógrafa de la UMI CEPED. "Todo se renegocia durante estas particulares experiencias de migración, que a veces pueden durar más de diez años".  

Así pues, aunque las rutas utilizadas por los migrantes son antiguas –las mismas que se utilizaban para el comercio de la sal o de esclavos a través del Sahara–, estas se adaptan constantemente a las realidades políticas y las decisiones de los individuos.  Desde hace varios años, las rutas migratorias conectan, por ejemplo, las rutas transaharianas con las de los Balcanes. En 2015, durante el exilio sirio a Europa, los ingenieros migrantes crearon una plataforma de intercambio de información donde los migrantes podían consultar las opciones disponibles y les permitía adaptarse a los diferentes obstáculos que podían encontrarse en el camino. "Estas rutas son una combinación de oportunidades, obstáculos, recursos y azar", dice el geógrafo. "Los espacios recorridos, los medios utilizados y las decisiones personales, que implican una voluntad y una intención concretas llevan a los migrantes, mujeres y hombres, a reconfigurar sus proyectos migratorios".  

 

 

parcours


En Senegal, la ruta marítima a las Islas Canarias se convirtió en la favorita a partir de 2005.
Ese año se registraron 30 000 salidas hacia las islas españolas. Y a pesar del peligro de estos viajes –se rescataron 5000 cadáveres del mar–, los jóvenes senegaleses siguieron embarcándose en los cayucos en los años posteriores. El cierre de las fronteras terrestres por la epidemia de Covid-19 volvió a poner en primera plana esta ruta mortal –16 700 inmigrantes llegaron a Canarias en 2020 según el Ministerio del Interior español– interpelando a políticos y ciudadanos sobre su peligrosidad: 414 personas habrían muerto ese año intentando llegar al archipiélago español.

 

Preparar la vuelta

¿Por qué correr tantos riesgos? La idea de un retorno "glorioso" está arraigada en el imaginario colectivo. "El fracaso no es una opción", dice Sylvie Bredeloup. "Cuando te vas, estás obligado a tener éxito. Por eso, los emigrantes no dudan en arriesgarse: prefieren la muerte a la vergüenza. Los que regresan por la fuerza o no han podido preparar su regreso se esconden o no van a ver a sus familias. Y algunos de los que han ‘regresado mal’ se ven empujados a volver a marchar porque no pueden soportar el deshonor de haber vuelto a casa con las manos vacías".  

La investigadora ha conocido a burkineses que habían vuelto de Libia y que estaban dispuestos a marcharse a otra vez pese a las dificultades encontradas en ese país y en el cruce de fronteras. Sin recursos en sus familias, confían en los contactos que han establecido en Libia para volver a probar suerte. En Malí, ocurre lo mismo: pese a las experiencias traumáticas vividas durante estos viajes, los individuos no cambian sus aspiraciones migratorias. Tienen grandes esperanzas de un futuro económico y social mejor gracias a la migración y una creencia inquebrantable en su destino.   

 

 

Las mujeres malienses con cáncer de mama tienen que viajar dentro de su país, a través del continente y a veces a Europa, para recibir tratamiento.

© IRD – Clémence Schantz

Salud: riesgos y esperanzas de movilidad

¿Emigrar es malo para la salud? Para las personas que emigran a países donde no contarán con una vivienda ni un trabajo estable y donde tendrán dificultades para regularizar su situación, la respuesta es sí. Este es el caso de los migrantes, mujeres y hombres, que viven en Europa y que, más allá de sus características individuales, sufren un deterioro del estado de salud debido a la larga situación de precariedad. "Si tienes pocos recursos, comes mal", explica Annabel Desgrées du Loû, demógrafa de la UMI CEPED. "La mayoría de ellos tienen trabajos duros, como la manutención o el cuidado de personas, con horarios complicados. Entonces pueden aparecer enfermedades crónicas derivadas de estas malas condiciones de vida, como la diabetes, la hipertensión o enfermedades mentales debidas al estrés".

 

Rupturas

Además, la precariedad también expone a las personas a situaciones de coacción, sobre todo sexual. Por ejemplo, la encuesta ANRS Parcours sobre las trayectorias migratorias, sociales, administrativas y sanitarias de los inmigrantes subsaharianos en Francia demostró que, a cambio de alojamiento, papeles o ayudas económicas, los migrantes africanos, y en particular las mujeres, son inducidos a mantener relaciones sexuales forzadas y sin protección. Por tanto, representan el segundo grupo más afectado por VIH en Francia, después de las personas homosexuales. En contra de la creencia popular, casi la mitad de los que han sido diagnosticados con VIH lo contrajeron tras su llegada a Francia.

¿Cómo pueden cuidarse en estas condiciones de inestabilidad? "El sistema sanitario francés funciona bastante bien, protege a los inmigrantes gracias a la Aide Médicale de l'Etat (AME), a la que pueden acceder las personas sin permiso de residencia si llevan más de tres meses en Francia", responde la investigadora. "La encuesta Parcours mostró que, dos años después de su llegada, el 90 % de las personas tenían cobertura sanitaria, independientemente de su permiso de residencia. Sin embargo, no todo el mundo conoce el sistema y a menudo las personas solo se dan cuenta de que tienen derecho a él cuando caen enfermas. El embarazo o la detección de enfermedades infecciosas representan, por tanto, oportunidades de acceso al sistema sanitario y a esta cobertura sanitaria".     

 

 

Este fácil acceso a la atención médica no debe ocultar las consecuencias más dolorosas. Para los emigrantes seropositivos, una vez que se les diagnostica mediante el cribado y se inicia el tratamiento, sus vidas se transforman de nuevo y algunos experimentan "una caída social", según Dolorès Pourette, experta en antropología de la salud de la UMI CEPED. Algunos que querían volver a su país, donde residen su cónyuge y sus hijos, tienen que quedarse en Francia para recibir tratamiento, lo que provoca rupturas familiares. Los solteros también se enfrentan a una ruptura íntima: no se permiten formar una familia por miedo a infectar a su pareja y porque no quieren contar que están infectados a sus familiares y amigos. "Se autoestigmatizan", recalca la investigadora. "En África, el VIH está especialmente señalado porque el virus se asocia con la homosexualidad y lo que se consideran prácticas desviadas. La encuesta Parcours ha sacado a la luz esas trayectorias truncadas por el VIH. Por ejemplo, algunos de los entrevistados en el estudio explicaron que tuvieron que bajar sus aspiraciones, a pesar de haber ocupado un puesto destacado en su país de origen. Como migrantes, quieren presentar una imagen ideal de sí mismos en el país donde viven, pero también en su país de origen. Estas rupturas afectan incluso a la propia idea que tienen de la muerte: les cuesta aceptar la idea de quedarse y morir en Francia. Preferirían volver a su país, cerca de sus familias, y poder recibir allí los rituales funerarios cuando llegue el momento".

 

Otra enfermedad que afecta principalmente a los inmigrantes africanos es la hepatitis B, causada por la infección del virus de la hepatitis B (VHB) transmitida a través de la sangre u otros fluidos corporales. Las personas nacidas en el África subsahariana suelen contraer el virus por vía perinatal, al nacer o durante sus primeros años de vida, a través del contacto con familiares infectados. Entonces corren un alto riesgo de desarrollar una forma crónica de la infección. Según la encuesta realizada en el marco del estudio Parcours sobre el acceso a la atención sanitaria de las personas procedentes de África subsahariana que viven con hepatitis B crónica, la prevalencia de la enfermedad en esta población en Francia se situaba en un 5,25% en 2004, es decir, ocho veces más que en la población general nacida en la Francia continental. Y entre las personas tratadas por primera vez por hepatitis B crónica entre 2008 y 2011, más de cuatro de cada diez habían nacido en un país de África subsahariana.

"En general, los migrantes sienten incertidumbre e incomprensión sobre el tratamiento y el seguimiento de la enfermedad", añade Dolorès Pourette. De hecho, aunque la presencia del virus no provoca sistemáticamente síntomas, la carga viral debe ser controlada regularmente, mediante análisis de sangre y otros exámenes. Si la cantidad de virus es elevada, se prescriben al paciente tratamientos antivirales que debe tomar diariamente.

"Una vez que el virus se activa, los pacientes deben ser tratados de por vida para controlar su progresión y evitar la cirrosis o el cáncer de hígado. Pero el tratamiento no suele curar de forma definitiva la hepatitis B crónica", continúa la investigadora. "Ante las preguntas de los pacientes, los profesionales sanitarios no dan, por desgracia, las respuestas adecuadas porque la hepatitis B es una enfermedad complicada que no se ha beneficiado de la misma movilización que la lucha contra el VIH: no cuenta, por tanto, con un sistema de atención integral, con la intervención de un trabajador social y un enfermero o una enfermera de seguimiento terapéutico, por ejemplo".

 

Migrar para dar vida

Pero la migración también ofrece a los africanos soluciones terapéuticas que no existen en su país ni en su continente. Muchas personas se desplazan, por ejemplo, a la capital, a un país vecino, o incluso a Francia, para recurrir a técnicas de reproducción asistida.  

 

 

Fértil y nutricia, la "mujer con niño" es una figura idealizada, recurrente y magnificada en la estatuaria africana. La figura de maternidad de la foto fue realizada por un maestro de Kasadi, lugar donde se recogió la estatua, a finales del siglo XIX.

© AfricaMuseum (Tervuren) - Wikipedia

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La infertilidad no se considera un problema de salud pública en África. Por lo tanto, no existe una política pública al respecto, ni está cubierta por los servicios sanitarios. Las parejas que quieren recurrir a la medicina para tener un hijo deben acudir a clínicas privadas. "Los Estados no regulan en absoluto el uso de las tecnologías reproductivas", apunta Véronique Duchesne, antropóloga de la UMI CEPED. "Las clínicas privadas han invertido en este campo, pero el coste de estas tecnologías es muy elevado. Tampoco hay estadísticas sobre los resultados, como el número de intentos y el porcentaje de éxito. Los que pueden, salen del continente para tener un hijo mediante reproducción asistida".   

La clínica del aeropuerto de Douala, en Camerún, ofrece servicios de reproducción asistida a las parejas infértiles.

© IRD - Jean-Grégoire Kayoum

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Aunque la reproducción asistida en el extranjero comenzó siendo un privilegio exclusivo de las élites, en la actualidad nuevas categorías sociales urbanas deciden intentarlo. Las parejas de clase media van de un país a otro con el apoyo económico de algunos de sus familiares. Porque la búsqueda de un hijo es cara: en Francia, los extranjeros pagan el proceso íntegro si no son residentes, lo que puede ascender a más de 2000 euros. Si el intento fracasa, la mayoría de las mujeres se van a otro país, descubriendo cada vez una nueva legislación en materia de reproducción asistida –para acceder a la fecundación in vitro, la donación de óvulos o la maternidad subrogada– y se enfrentan a un aislamiento cada vez mayor. "Es una búsqueda interminable, lo que yo llamo ‘errancia procreativa’", abunda la investigadora. "Algunas mujeres dejan su trabajo y su casa, otras se niegan a volver a su país mientras no hayan conseguido un hijo. Esta falta de apoyo por parte de los Estados africanos complica la vida de estas personas y tiene importantes consecuencias para la salud pública."

Tratamiento del cáncer de mama

 

Kadiatou Faye, presidenta de la asociación "Les combattantes du cancer", pronuncia un discurso de concienciación en Bamako durante la campaña Octubre Rosa 2021.

© IRD – Clémence Schantz

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El deseo de quedarse embarazada no es la única motivación para viajar por motivos de salud: en África Occidental, las mujeres con cáncer de mama también viajan dentro del continente y a Europa. En esta región, la enfermedad afecta sobre todo a mujeres jóvenes que presentan una forma avanzada de la enfermedad debido a la falta de cribado, la distancia de los centros de salud y el alto coste de la atención médica. De hecho, un tercio de las mujeres que llegan al hospital para iniciar el tratamiento ya tienen metástasis. En Mali, donde el cáncer de mama afecta a 2500 mujeres al año, las pacientes tienen que desplazarse hasta Bamako para recibir tratamiento y solo pueden hacerlo en cuatro hospitales de la capital, cada uno especializado en una parte del tratamiento –cirugía, quimioterapia, etc.  Algunas mujeres malienses también viajan a Senegal para recibir tratamiento en Dakar. "Otras van a Túnez, un país que no requiere visado", subraya Clémence Schantz, socióloga de la UMI CEPED. "De hecho, allí hay un turismo de salud considerable. Las pacientes más acomodadas viajan a Francia con un visado de turista. Una vez allí, se encontrarán en una situación irregular, por lo que experimentan un descenso social muy fuerte".

 

En colaboración con la asociación "Les combattantes du cancer", Clémence Schantz y el equipo de investigación del programa Senovie documentan desde hace un año las rupturas biográficas –conyugales, profesionales, sexuales– que supone esta enfermedad y estos traslados. "Creamos los formularios de entrevista y estudiamos las respuestas de las pacientes junto con la asociación", explica la investigadora. "El objetivo es poner de manifiesto las consecuencias de esta patología en las vidas de estas personas y transmitir estos conocimientos al personal sobre el terreno para mejorar la atención a estas mujeres".  

 

© IRD – Clémence Schantz

Drissa Traoré, cirujano del Hospital Point G que trata el cáncer de mama con cirugía y quimioterapia, en Bamako (Malí).

Así pues, aunque la atención sanitaria no sea una de las principales razones para migrar –a diferencia de los motivos sociales o económicos–, la movilidad por cuestiones de salud podría aumentar debido a la cada vez mayor incidencia de patologías que no reciben el tratamiento adecuado en algunos países africanos –como el cáncer– y a las nuevas necesidades de las clases medias emergentes, como la reproducción asistida. 

En abril de 2017, Marruecos organizó "África en mayúscula" en Rabat, un evento de un mes de duración dedicado a la cultura africana.

© Farid Mernissi – Wikipedia

Transformación social

La movilidad intra y extra africana no solo transforma las sociedades de los países de origen, sino también las de los países receptores.

En Marruecos, por ejemplo, aunque la proporción de extranjeros recibidos es mínima con respecto a la población marroquí –el 0,25 % de la población según el último censo general de población de 2014–, la migración se ha convertido en un reto político desde principios de los años 2000. A ello ha contribuido la importancia que ha adquirido el tema de la migración irregular y el tránsito hacia Europa de personas procedentes de África Occidental y Central.

En 2013, 77 500 extranjeros, de diferentes nacionalidades y estatus administrativos (estudiantes, trabajadores, cónyuges de marroquíes, etc.), tenían permiso de residencia. Los datos existentes también corroboran que la inmigración que llega a Marruecos, ya sea de forma regular o no, no es exclusivamente "subsahariana", como así se la denomina.

Al mismo tiempo que Marruecos desarrolla sus relaciones con los países del África subsahariana, la dinámica de la asociación euromarroquí contra la emigración irregular hacia el continente europeo y la política de seguridad adoptada por el país desde hace varios años, en particular contra los llamados "migrantes subsaharianos", es objeto de denuncia. En este contexto ambivalente, Marruecos ha modificado su política de acogida, lo que también ha cambiado las percepciones y ciertas prácticas relativas a la acogida de extranjeros.

Regularización

Los que antes eran percibidos como extranjeros en situación irregular, sin derechos, han pasado paulatinamente a considerarse inmigrantes en Marruecos y beneficiarios legítimos de ciertos derechos y mecanismos fundamentales. El rey de Marruecos, Mohammed VI, ha respaldado este cambio de percepción en varios de sus discursos, haciendo un llamamiento para apoyar la integración de los "hermanos africanos" y abordar de manera diferente los fenómenos migratorios más allá de Marruecos. Además, el país cuenta con medidas especiales para apoyar la regularización de la residencia y la integración de los inmigrantes ilegales.

En 2013 y 2016 se organizaron dos campañas excepcionales de regularización, en las que participaron casi 50 000 personas de diferentes países, aunque principalmente de África Occidental y Central. Estos últimos fueron unos de los destinatarios principales de estas campañas. Mientras que casi el 85 % de los solicitantes recibieron una respuesta favorable en la primera campaña, hay lagunas en los datos de la segunda (2016/2017) en cuanto al porcentaje de respuestas favorables y el número de permisos de residencia efectivamente expedidos. "La decisión de organizar una campaña excepcional de regularización de extranjeros se produce tras la publicación en septiembre de 2013 por parte del Consejo Nacional de Derechos Humanos de unas recomendaciones relacionadas con la situación de los extranjeros en situación regular, irregular o de refugiados en Marruecos", explica Nadia Khrouz, investigadora marroquí en ciencias políticas de la Universidad Mohammed V, asociada al LPED y miembro del equipo de coordinación de LMI Movida (https://movida.hypotheses.org/). "Al mismo tiempo, se reunió el comité especializado de la ONU para revisar la aplicación por parte de Marruecos de la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares. Marruecos quiso entonces presentarse como precursor en materia de migración y puso en marcha un programa de reformas para apoyar la integración de los migrantes, dirigido en particular a los que antes se consideraban en tránsito. Las instituciones europeas también han dado su apoyo a esta estrategia".  

Esta política está en consonancia con la voluntad de Marruecos de ser un líder dentro de la Unión Africana (UA, antigua OUA - Organización de la Unidad Africana), a la que regresó en 2017 después de haberla abandonado en 1984, tras haberse admitido al Sáhara Occidental en la organización. En sus discursos, Mohammed VI reitera la voluntad del Estado marroquí de recuperar su lugar y su papel en África. Esta orientación ha inducido un cambio en la percepción que la sociedad tiene de los "africanos" establecidos en Marruecos y de la futura implicación, sobre todo política, del país en el resto del continente y de cara a sus socios europeos.  

Las campañas de regularización se respaldaron con programas de apoyo económico, jurídico y escolar destinados a los niños, continuando la labor de los actores de la sociedad civil que venían trabajando con los migrantes. "Los extranjeros pueden acceder ahora más fácilmente a las administraciones y estas tienen menos prejuicios contra ellos", afirma la investigadora. "Aunque los extranjeros en situación irregular pueden acceder con mayor facilidad que antes a sus derechos fundamentales –como la escolarización de los niños y la declaración en el registro civil–, sigue existiendo una brecha en el discurso de las distintas instancias que trabajan en el tema, entre el llamamiento a la construcción de un nuevo paradigma de migración, en Marruecos y fuera de él, y una focalización persistente en los migrantes subsaharianos, que siguen siendo estigmatizados y tras los que se ocultan realidades mucho más complejas".  

Con la regularización de los llamados "migrantes" y la regularización de los procedimientos, esta dinámica política y sus programas, alimentados por iniciativas como el Pacto Mundial sobre la Migración (adoptado en 2018 en Marrakech), ha contribuido a avanzar tanto en el acceso a los derechos como en la percepción social, sobre todo, con respecto a los llamados "migrantes subsaharianos". "No obstante, siguen pendientes desde 2014 algunas reformas importantes de la nueva política de inmigración y asilo, como la modificación de la ley de migración (Ley nº 02-03) y la ley de asilo", apunta Nadia Khrouz.

Estas reformas legislativas y estructurales, que consolidarán los esfuerzos realizados en el marco de una nueva política de inmigración y asilo, van acompañadas de un cambio de percepción en la población marroquí y las administraciones implicadas, así como de una actualización de los procedimientos con respecto a la legislación vigente.

Creencias

 

 

Culto de la Iglesia Evangélica en Marruecos en un templo protestante de Rabat.

© Sophie Bava et Malik Nejmi

Bloc de texte

"El creciente asentamiento de migrantes cristianos procedentes de África subsahariana y África central está transformando el panorama religioso de Marruecos, insuflando una nueva vida a iglesias históricas (católicas y protestantes) que han estado en letargo desde la independencia, cuando se marcharon los colonos. Se están creando además multitud de lugares de culto, conocidos como iglesias domésticas", avanza Sophie Bava, socioantropóloga del LPED y coordinadora del LMI Movida. En la actualidad, hay nada menos que treinta iglesias domésticas en Rabat y unas cincuenta en Casablanca, que cuentan con unos cuantos miles de fieles. Los estudiantes cristianos africanos han fundado aquí muchas iglesias neopentecostalesMovimiento del cristianismo evangélico que hace hincapié en los dones del Espíritu Santo o las gracias de Dios, también conocido como movimiento carismático , no reconocidas por el Ministerio de Habices y Asuntos Islámicos de Marruecos. Estos lugares de culto se organizan en pisos compartidos o destinados específicamente para la vida religiosa, donde se instalan un altar y sillas. "Por su parte, las iglesias oficiales están desbordadas", cuenta la investigadora." Necesitan pastores y sacerdotes. Un pastor me llegó a decir: "¡Me siento como si estuviera en los primeros tiempos del cristianismo!". Ante el creciente número de creyentes, las iglesias cristianas decidieron crear en 2012 una instancia de orientación teológica en el Instituto Ecuménico de Teología Al Mowafaqa en Rabat. Quieren mantener el control de las prácticas religiosas porque temen el rechazo de las autoridades marroquíes". El Estado marroquí ya expulsó hace una década a 110 pastores africanos y estadounidenses sospechosos de hacer proselitismo.

Más allá del número de migrantes cristianos africanos presentes en el país, ¿cómo se explica semejante reavivamiento del cristianismo en Marruecos? "Los pastores ofrecen a los fieles un espacio reconfortante, así como apoyo material y espiritual. En sus sermones, proporcionan a los migrantes figuras y metáforas de la Biblia con los que se sienten identificados. Son como coaches. Las historias de los textos sagrados, con personajes que se enfrentan al exilio, la pobreza y la travesía del desierto, les ayudan a sobrellevar su situación", añade Sophie Bava. Además, las iglesias oficiales, ya sea a través de la organización benéfica católica CáritasCáritas Marruecos es una organización perteneciente a la Iglesia católica, que también forma parte de la red internacional "Caritas Internationalis", creada por la Santa Sede en 1951 para coordinar sus actividades sociales y caritativas en más de 160 países o el CEIEl Comité d'Entraide Internationale (CEI), creado en 2004 por la Iglesia Evangélica de Marruecos (EEAM), que presta servicios de asistencia y apoyo a los migrantes, participan en los proyectos de la Oficina Internacional para las Migraciones (OIM) para ayudar a los migrantes a volver a casa. Aquí también es importante la posición del rey que se presenta como "el comandante de todos los creyentes". En 2019, el rey invitó al papa Francisco a Marruecos para reflexionar sobre el tema de la migración. "La llegada de migrantes cristianos a Marruecos llevó a las autoridades del país a replantearse la relación de la sociedad marroquí con el cristianismo, un cristianismo procedente de los países del Sur", señala la investigadora.

© Sophie Bava et Malik Nejmi

Los pastores utilizan en sus sermones ejemplos del Evangelio relacionados con la migración.

Lenguas que se enriquecen... o desaparecen

Las trayectorias migratorias influyen en el repertorio lingüístico de los individuos. Por un lado, al pasar de una región a otra, de un país a otro, los emigrantes aprenden nuevas lenguas. Por otro, las lenguas evolucionan en función del uso que hacen de ellas sus hablantes. "Un emigrante de habla wolof utilizará, por ejemplo, las mismas estructuras de su lengua al hablar italiano", explica Joseph Jean François Nunez, lingüista de la UMI SEDyL. "Los puristas percibirán negativamente esta evolución, pero las personas que hablan así lo hacen para satisfacer sus necesidades de comunicación. Algunos elementos, percibidos como extranjeros, se integran progresivamente en el repertorio lingüístico de los hablantes, enriqueciendo las lenguas".   
Al abandonar su tierra de origen, algunas personas dejan de hablar su lengua materna. En Dakar, por ejemplo, los que hablan sererLengua hablada tanto en Senegal como en Gambia que pertenece a la rama atlántica de las lenguas del Níger-Congo preferirán expresarse en wolof por miedo a ser tachados de "campesinos". Eso hace que algunas lenguas se hablen cada vez menos o incluso estén desapareciendo por temor a los prejuicios vinculados a los grupos étnicos que las hablan.
Por último, la transmisión de la lengua de padres a hijos es esencial para salvaguardar el patrimonio lingüístico. En algunas familias se opta por dar prioridad al idioma del país de acogida para que los niños puedan integrarse más fácilmente en la sociedad en la que viven. En ese caso se produce una ruptura intergeneracional y los hijos tendrán que aprender la lengua de sus padres por su cuenta cuando crezcan. "En otros casos, la transmisión de la lengua materna es una prioridad para la familia ya que lo consideran esencial para garantizar la supervivencia de su cultura. Las familias se posicionan en función de factores económicos, de integración y de revitalización lingüística. La movilidad puede tanto enriquecer las lenguas como ponerlas en peligro, cuando estas dejan de hablarse o transmitirse", concluye Joseph Jean François Nunez.

 

 

Transformación urbana

La movilidad es un vector de cambio social. En el continente africano, esto se observa en las grandes ciudades que se expanden absorbiendo diferentes flujos de población, ya sean locales, regionales o internacionales.
Si bien los inmigrantes se dirigen inicialmente hacia los hogares de sus compatriotas, luego se redistribuyen hacia las periferias urbanas tan pronto como pueden optar a un arrendamiento independiente o a la propiedad de la vivienda.

"Este movimiento centrífugo, que tiende a alejarse del centro, está en consonancia con el de los nativos de la ciudad y contribuye a crear aglomeraciones más extensas", explica Monique Bertrand, geógrafa de la UMI CESSMA. "Con el paso del tiempo, estos emigrantes se definen cada vez menos como tales y se identifican como habitantes de la ciudad".

 

 

© IRD - Hubert Bataille

Las afueras de Bamako se expanden al ritmo de los flujos de población.


En Bamako, por ejemplo, hay muchos hogares que se trasladan desde la capital a la periferia. Se trata de un flujo transregional que el censo define como "migratorio", con la misma consideración que otros movimientos, como los internacionales y o los de retorno, y que afecta a muchos trabajadores procedentes de los pueblos engullidos por esta expansión urbana.

Esto hace que haya un gran número de migrantes estacionales, bajo el influjo del boom inmobiliario y de la crisis de seguridad en Malí. Los nuevos suburbios dormitorio reúnen así trayectorias residenciales muy diversas. Su dinámica contribuye a deconstruir la migración representada como un flujo centrípetoQue tiende hacia el centro e irreversible. Tanto más cuanto que otras personas solo transitan por las capitales para trabajar de forma puntual, y luego exploran otras rutas migratorias.


Estudiar y transmitir

 

 

Los estudiantes africanos, como los de la foto, en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar, suelen expatriarse con más frecuencia que los estudiantes de otros continentes.

© IRD - Céline Ravallec

Bloc de texte

Estos estudiantes emigrados benefician a sus países de origen, y no sólo a través de las remesas. Crean asociaciones en sus países de acogida para transmitir sus conocimientos y habilidades, algunas con objetivos humanitarios, como la de Médicos Benineses de Francia, que ofrece servicios médicos que no están disponibles en Benín. "Los médicos locales recurren a la diáspora para tratar a los pacientes", explica Jean-Baptiste Meyer, socioeconomista del CEPED. "Los médicos emigrantes aportan conocimientos adicionales a las comunidades médicas locales. Muchas de las personas que salen al extranjero quieren después hacer algo por su país de origen".  

Sin embargo, para que estas diásporas sean eficaces, deben cumplirse ciertos requisitos. "Para que las diásporas sean provechosas, los países de acogida y de origen deben invertir en ellas y crear nexos entre las comunidades a través de interlocutores estables. Por ejemplo, Sudáfrica ha intentado institucionalizar estas comunidades científicas, considerándolas motores de desarrollo. En cuanto a Asia, la presencia masiva de sus jóvenes ingenieros e investigadores en ciencias de la información en Silicon Valley en las últimas décadas ha dado, a su vez, un impulso a la tecnología india", señala el investigador.

 

 

Fatima Sellami, estudiante marroquí, realiza un experimento en el Laboratorio de Ecología de Suelos Tropicales del IRD en Bondy

© IRD - Annick Aing

Bloc de texte

En África, ocho Estados participan en el proyecto Con el apoyo del IRD, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), el Banco Mundial, la Asociación de Universidades Africanas (AAU) e Inria.1 con el fin de crear centros de excelencia y ofrecer condiciones de estudio satisfactorias a los estudiantes con talento. "Estos centros se crearon para retener a los estudiantes en el continente. Pero las oportunidades de intercambio con otros estudiantes e intelectuales hacen que los estudiantes quieran ir a otros lugares para obtener mejores condiciones de vida. Al final, observamos una dinámica paradójica en la que estos centros hacen que los estudiantes tengan una mayor ambición y acaben por marcharse", añade Jean-Baptiste Meyer.

En general, dos tercios de los estudiantes emigrados regresan a su país de origen tras completar los estudios. Según el investigador, en esta decisión intervienen sobre todo factores de carácter social y familiar. "Desarrollar las perspectivas de desarrollo profesional en los países de origen para hacer que más estudiantes quieran volver y mejorar los intercambios con las diásporas científicas permitiría crear dinámicas internas/externas provechosas para la transferencia de conocimientos derivados de la movilidad", concluye.

Así pues, la migración africana está transformando las sociedades de forma global, tanto receptoras como emisoras. Ya sea desde el punto de vista económico, religioso, lingüístico o intelectual, la migración participa en la evolución general del continente africano.

 

Kayes, un maná migratorio esencial pero que aumenta las desigualdades

Alrededor del 10 % de los malienses reciben remesas del extranjero, es decir, 1,8 millones de sus 18 millones de habitantes. Estos datos muestran la importancia de los migrantes en la economía de su país de origen. Los migrantes malienses que viven en un país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) repatrían un mes de sueldo (equivalente al salario mínimo) al año a sus familias. "La región de Kayes, en el suroeste de Malí, recibe la mitad de estas transferencias", puntualiza la economista Sandrine Mesplé-Somps. "Y con razón: el 44 % de las familias de Kayes cuentan con al menos un miembro que se marchado: es la región más afectada por la emigración". Los ingresos procedentes de la migración permitirían salir de la pobreza a unos 300 000 malienses, lo que supone una reducción del 2,4 % del índice de pobreza nacional. Sin embargo, la mayor parte de estos ingresos no van a parar a los más necesitados, sino que son los hogares más ricos los que más resultan beneficiados. Esto es así para Mali en su conjunto, pero especialmente en la región de Kayes: las remesas representan casi el 40 % del consumo medio del 20 % más rico de los habitantes de la región, frente a solo el 10 % del resto. Por lo tanto, las remesas tienden a aumentar la desigualdad, y una de las explicaciones es que los emigrantes no proceden de las familias más pobres del país, sino de las clases medias o incluso altas.