Instalación de una trampa de redes para murciélagos en Gabón (proyecto EBOSURSY). El objetivo es promover la mejora de los sistemas de detección temprana en los animales silvestres para prevenir el virus del Ebola y otras enfermedades emergentes.

© IRD - Pierre Becquart

¿Y si investigásemos de otra manera? Argumentos a favor de una ciencia de la sostenibilidad

Resumen

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Updated 09.06.2020

Este artículo, publicado nuevamente a partir de The Conversation bajo licencia Creative Commons, fue redactado por Valérie Verdier, fitopatologista, Presidente-directora general del Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo (IRD); Olivier Dangles, ecólogo del IRD; Philippe Charvis, Director Delegado a la Ciencia en el IRD y Philippe Cury, Senior research scientist del IRD. 
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Si quieren seguir conectados a su época, que se les escuche y tener un papel decisivo en las grandes orientaciones futuras, los investigadores deben pasarse a la "ciencia de la sostenibilidad". 

En los innumerables artículos científicos publicados desde el comienzo de la epidemia del Covid-19, la conclusión es siempre la misma: el riesgo de pandemia mundial existía; las comunidades científicas avisaron de ello incesantemente; y los Estados no se prepararon lo suficiente, a pesar de haber afrontado ya graves crisis sanitarias y ecológicas y a pesar, también, de que vendrán otras crisis más virulentas.

Estos episodios son el resultado de nuestros excesos y responden a lógicas económicas y políticas que escapan al ámbito de nuestros laboratorios. Sin embargo, ¿esta situación no obliga también a las comunidades científicas a revisar la forma en que construyen el conocimiento y proponen soluciones concretas para hacer frente a los desafíos mundiales?

En palabras del filósofo Edgar Morin en una entrevista reciente, ¿no deberíamos tener la valentía, en estos tiempos de crisis sanitaria, de "ver no solo las grandezas de la ciencia contemporánea, sino también sus flaquezas"?

Ir más allá de los intereses de cada disciplina

En la actualidad, la ciencia está llamada a proporcionar soluciones, y son muchas las voces que se escuchan, a veces opuestas entre sí. Pero tenemos que movernos rápido, asesorar en materia de políticas públicas y resolver los problemas. Estas demandas son legítimas, y es hora de prepararse mejor para evitar futuras crisis. 
La investigación contemporánea sigue estando compartimentada, organizada en disciplinas, y carece, en particular, de una articulación entre los resultados que ofrece y la magnitud de los problemas por resolver. Apagar el "incendio del Covid-19" con la búsqueda de tratamientos y vacunas es esencial para salvar vidas... ¡pero no olvidemos que el resto del planeta también está en llamas! Necesitamos trabajar de forma diferente, juntos, si queremos tener una oportunidad de resolver las crisis ambientales.

En Gabón, toma de muestra en los murciélagos en el marco del proyecto EBOSURSY.

© IRD -Pierre Becquart, CC BY-NC-ND

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En este contexto, el reciente surgimiento de la "ciencia de la sostenibilidad" es señal de que se está operando un cambio radical en la construcción de nuevos sistemas de conocimiento. Esta ciencia se caracteriza por que sus temas de investigación provienen, ante todo, de una confrontación con los problemas del mundo real, y no de la dinámica propia de las disciplinas científicas que de ella participan.
El objetivo es promover el conocimiento transdisciplinar, construido conjuntamente por los científicos y los actores de la sociedad, con un propósito que va más allá de los intereses de cada disciplina. Este enfoque, todavía marginal, en particular en Francia, resulta fundamental para comprender mejor la complejidad del mundo moderno y encontrar soluciones más globales a los desafíos económicos, sociales y ambientales de nuestras sociedades

Desarrollo de proyectos federativos

Partiendo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas en 2015, se pueden inventar nuevos marcos de investigación para reunir a expertos de diferentes disciplinas científicas y crear un conocimiento colectivo.

Esto es lo que ya están tratando de hacer los expertos de paneles internacionales, como IPCC, GSDR o IPBES, ofreciendo un consenso científico pluridisciplinar sin el cual no seríamos capaces de entender ni actuar en la evolución futura del planeta.  

Sin embargo, para responder a los problemas que se nos plantean, es urgente fortalecer la construcción conjunta de nuestros sistemas de conocimiento mediante una mejor integración de todas las especialidades científicas, en estrecha colaboración con los responsables políticos y la sociedad civil. En este sentido, el manejo de las enfermedades emergentes sea quizás uno de los ejemplos más convincentes en cuanto a las ventajas de la ciencia de la sostenibilidad.
La respuesta a la crisis del Ébola requirió un trabajo coordinado, enfocado a un mismo objetivo, por parte de ecológos especializados en la dinámica de las poblaciones de animales reservorios, así como de sociólogos y economistas que estudian los círculos viciosos de la pobreza, antropólogos especializados en la construcción de representaciones de la enfermedad y, por supuesto, infectólogos y médicos que cooperan con los institutos de salud pública y las poblaciones afectadas.

Si bien, en Francia, hay varios laboratorios organizados pluridisciplinarmente, la compartimentación temática y la competencia entre disciplinas sigue estando muy presente.  No basta con reunir a investigadores de diferentes áreas de especialización; es necesario trabajar en pos de un objetivo común, mostrar curiosidad por otras disciplinas y reflexionar sobre la epistemología de interfaces para replantearse la formulación de los interrogantes y la sinergia de los diferentes tipos de conocimiento

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En este contexto, hay una necesidad acuciante de definir nuevos proyectos científicos ambiciosos y unificadores, financiados con fondos públicos, y que aglutinen el conocimiento mundial hacia un objetivo común (como el CERN, el Human Genome Project o el Sea Around Us en materia de ecología marina). Estos proyectos orientados a la búsqueda de soluciones son complementarios a una investigación de vanguardia, basada en la curiosidad y la creatividad científicas.

Acciones concretas

La crisis del Covid-19 nos lleva a reflexionar sobre soluciones concretas para promover la ciencia de la sostenibilidad. Resulta necesario fortalecer el lugar que ocupa la investigación colaborativa, participativa y ciudadana. Se debe prestar especial atención a la ética en el establecimiento de colaboraciones, especialmente en el Sur, y a la construcción del conocimiento, respetando todas sus formas, como el conocimiento tradicional.
La investigación participativa con actores locales no es nueva, pero debería promoverse a fin de fortalecer la capacidad local para prepararse y responder a futuras crisis, especialmente en las regiones más desfavorecidas del mundo. La creciente implicación de los actores de la sociedad también puede contribuir a salvar la brecha entre los investigadores y los ciudadanos, aglutinándolos en torno a un objetivo común.

Ejemplo de instalación de un grabador AudioMoth en un balcón, en Toulouse (Francia), en el marco del proyecto Silent Cities.

© Silent Cities CC BY

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Un ejemplo de actualidad es el proyecto "Silent Cities", que permite evaluar el impacto del confinamiento en la biodiversidad (aves, anfibios e insectos) a través de la evolución del entorno sonoro.
La promoción de la ciencia de la sostenibilidad también requiere un replanteamiento de los indicadores utilizados en los órganos de evaluación de la enseñanza superior y la investigación. Es necesario mantener una producción científica de alta calidad y, al mismo tiempo, fomentar una práctica que sea coherente con los desafíos mundiales.
Hay que permitir que los científicos pongan en valor las actividades que han desarrollado en interacción directa con la sociedad, como ocurre en muchos países –en los Estados Unidos, en particular, con las “land grant universities”, que contribuyen a mejorar la calidad de vida en su región; las horas dedicadas a "actividades comunitarias" en América del Sur, o la construcción conjunta de planes de estudio universitarios con actores locales en algunos centros de excelencia africanos (AGRISAN, por ejemplo).
Por último, es fundamental que apliquemos los principios de la ciencia de la sostenibilidad a nuestras propias instituciones de investigación, por ejemplo, creando espacios para la co-construcción de conocimiento entre comunidades científicas y campos prometedores (innovation labs), así como medidas para promover la sobriedad energética en las prácticas de investigación. También es urgente reflexionar sobre nuestra responsabilidad en la formación y concienciación de las próximas generaciones para una investigación comprometida con los grandes desafíos y una ciencia fundamentalmente abierta a los demás.